miércoles, 2 de noviembre de 2011

POR ATROZ QUE SEA LA REALIDAD QUE NOS RODEA, SIEMPRE PODEMOS ELEGIR

Y posicionarnos: nunca del lado de los verdugos ni de los indiferentes. No hay excusa para eludir el compromiso y la responsabilidad. Y con cada opción, labramos nuestro propio carácter: la clase de persona que elegimos ser.

La Editorial Absalón publica una nueva versión de mi ensayo LA OPCIÓN POSITIVA, versión en la que desarrollo algunos capítulos y añado otros.
Quisiera que este ensayo fuese mi contribución, por insignificante que pueda ser, al despertar de una nueva conciencia capaz de cambiar el mundo. Soy consciente de lo ambicioso que pueda parecer mi objetivo, pero pienso que el mundo no deja de cambiar ni un solo instante y que cada uno de nosotros somos responsables de la dirección que tome este cambio, dependiendo del punto en el que apoyemos la fuerza del minúsculo grano de arena que es nuestra existencia. Cualquier crisis puede ser el nacimiento de algo mejor, esa es la esperanza. La actual crisis podrá dar nacimiento a un mundo nuevo.
La historia de la Humanidad, como cada una de nuestras historias individuales, es una continua lucha entre el Bien y el Mal, una lucha interminable que siempre recomienza. Nunca podemos bajar la guardia y pensar que hemos conseguido la victoria definitiva. En mi ensayo pretendo invitar a luchar con valentía hasta el final sin desesperar, a pesar de todo.
Todo lo que expongo en este ensayo es el resultado de una larga reflexión  sobre la herencia cultural que he recibido y mi experiencia personal. Son las preguntas que me he formulado, y las respuestas que he ido encontrando a lo largo de mi búsqueda y que me han ayudado a seguir esperando, aún  siendo consciente de que esta búsqueda no ha terminado, ni tampoco la lucha por ser coherente con mis ideas.
La religión, y en concreto el cristianismo, ha supuesto un elemento fundamental, aunque no el único, de mi herencia cultural. Por eso mi ensayo es en gran parte una reflexión desde una perspectiva cristiana. Sin embargo quisiera aclarar lo que supone para mí la religión, el cristianismo y el mensaje de Jesús: algo totalmente opuesto a sectarismo, integrismo o fanatismo. El Dios que descubro en el mensaje de Jesús es el Dios para todos, el fundamento de un mundo fraternal, solidario. Un mundo en paz. Por eso siento una profunda tristeza ante un mundo en el que la religión es secuestrada y manipulada para convertirla en un elemento de división y lucha entre los hombres.
En este ensayo me dirijo a los creyentes de todas las religiones y de modo especial a los cristianos. Es en el mismo mensaje de Jesús en el que descubro que no debemos considerarnos los únicos depositarios de la verdad y bondad. Pero también escribo pensando en los no creyentes, a quienes quisiera invitar a abandonar los prejuicios (debidos muchas veces a la actitud soberbia y excluyentes de los llamados creyentes),  no para intentar hacerlos adeptos de mi iglesia sino para brindarles lo que considero patrimonio de la Humanidad: el mensaje de Jesús como creencia en la Bondad, fuente de gozo y esperanza, y como motor para la acción por un mundo mejor.
Por último, quisiera señalar que esta nueva edición de LA OPCIÓN POSITIVA deseo brindarla a la infinidad de personas que luchan y entregan sus vidas a la construcción de un mundo mejor, como son, entre otras muchas, los activistas de Amnistía Internacional o los que continúan el sueño de Vicente Ferrer. Porque la grandeza del ser humano está en su pensamiento y en sus sentimientos, pero son las acciones las que autentifican ese valor. Como dice un proverbio chino “Las palabras son las burbujas del agua, pero las acciones son las gotas de oro”



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