miércoles, 28 de diciembre de 2011

NAVIDAD O EL INFIERNO DE SARTRE

“El Infierno son los otros” concluye Sastre en su obra Huis clos. Sus personajes se enfrentan unos a otros en un espacio cerrado y la comunicación malsana entre ellos se convierte en el peor tormento, en el infierno.
Aunque pueda parecer contradictorio, las celebraciones de estos días me han evocado las escenas de Huis Clos, y no me extraña que muchas de las reuniones navideñas degeneren en auténticos infiernos. Reuniones, a veces forzosas, donde a todos se les presupone una bondad por ser Navidad que no siempre es evidente. El infierno son los otros, dijo Sastre, pero reflexionando sobre su afirmación encuentro que no es del todo exacta: el infierno no son los otros, el infierno soy yo, puedo ser yo. Basta un pequeño ejercicio de introspección sincera para descubrirlo en nuestro interior: nuestra soberbia, nuestros egoísmos, envidias, mentiras y tantos otros demonios sin rabo ni cuernos pero no menos terribles. Por más que queramos disfrazarnos, así somos; no somos buenos, y si alguna vez conseguimos serlo, nunca es para siempre. Perdemos el tiempo y la fuerza señalando y combatiendo los demonios de los otros, cuando deberíamos concentrarnos en defendernos de nuestro propio infierno y en crear nuestro propio cielo. Lo podemos hacer con cada pensamiento, cada sentimiento, cada palabra, cada acción, por insignificantes que puedan parecer, con los que labramos nuestro propio ser.
Esto es justamente lo que significa la Navidad: el regalo de la Suma Bondad que nos da el poder para hacernos buenos, para disipar la oscuridad de nuestro propio infierno. “A los que la recibieron, les da poder para hacerse hijos de Dios”, nos dice San Juan. Esta es la luz de la Navidad, la fuente de la alegría y la esperanza. No se trata de una transformación mágica y definitiva como en un cuento de hadas, se trata de hacernos capaces, y por tanto responsables, de optar por el bien, golpe a golpe, con cada latido de nuestro corazón, sabiendo que Dios está con nosotros. Ahora nos toca a nosotros, hacer nacer la Bondad en nuestro interior para que pueda disipar las sombras del infierno. Sin excusas, con valentía y sinceridad, sin buscar fuera al enemigo. El enemigo está dentro, y también nuestra salvación.

1 comentario:

  1. a cualquier persona que le preguntes, te dira que se considera buena persona.no somos conscientes de nuestros defectos, simplemente porque no los reconocemos. Jamas reconoceremos nuestra envidia al projimo y en su lugar, la transformaremos en el desprestigio de este.somos mucho peores de lo que creemos,¿por que no lo vemos?¿porque no cambiamos?

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