miércoles, 26 de agosto de 2015

Solo hay personas


No existen islas. No existen clases, no existen castas. Existen personas que luchan por sobrevivir en un sistema dotado cada día de más interrelaciones y por cuyos recursos, aun siendo suficientes para la supervivencia de todas y cada una de ellas, se compite en vez de compartirse.
La competencia es feroz y cruel, el que más fuerza tiene gana y acumula bienes más allá de sus necesidades y aplasta al débil sin piedad, construye vallas, de alambres de espino u otras invisibles pero no menos segregacionistas; y los más débiles se desesperan y se dejan morir, o se rebelan y dejan su piel en las fronteras. No existen islas, no existen clases ni castas, solo personas ante las que se abren dos opciones: optar por competir hasta la muerte, abandonando toda dignidad humana, o reconocerse como seres sociales, capaces de compadecerse, de compartir, de renunciar a tantas cosas innecesarias para que a nadie le falte lo imprescindible, de asumir el compromiso de colaborar y aportar lo mejor de cada una al Bien Común. Recursos, los hay. Solo nos falta recuperar lo mejor de la naturaleza humana. Y para ello, hay que unirse, más allá de los    –ismos, de todas las señas de identidad de grupos (religión, ideología, partidos), para reconocernos personas.
Como respondió el pequeño a la pregunta “¿hay extranjeros en tu clase?”: “solo hay niños”

Somos personas.

imagen: elpropio.com

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