viernes, 8 de mayo de 2020

El infierno de las categorías duales.


Nuestras mentes estrechas se han entretenido en dividirnos en categorías duales, unas contra otras:
Neoliberales- comunistas.
Fachas- rojos.
Empresarios- trabajadores.
Chinos -negros.
Negros- blancos.
Católicos -  herejes.
Musulmanes- infieles.
Judíos - infieles.
Hombres - mujeres
Pobres – ricos.
Estas son las categorías más frecuentes, aunque existen otras y siempre se pueden establecer criterios para clasificar a los individuos.
Si pertenecemos a alguna de estas categorías, nos enseñan pronto que todos los individuos que pertenecemos a ella somos los poseedores de la verdad, los buenos, los inocentes y las víctimas de la ignorancia y maldad de los otros. Todos los otros son los malos a los que no hay que dar ni agua. Tenemos el deber y el derecho de aplastarlos, o aprovecharnos de ellos.
Y dicho esto, ya tenemos los ingredientes necesarios para hacer de nuestras vidas un infierno, en el que el infierno son los otros, como dijo Sartre.
Pero si miramos desde cierta altura, aunque solo sea desde un décimo piso, constatamos que no se puede apreciar diferencia entre los componentes de las distintas categorías, más bien nos parecen todos hormigas. Me imagino la carcajada cósmica si se nos contempla desde un poco más alto.
Necesitamos abrir nuestras mentes a una nueva era, la era de después de todos los confinamientos. Y salir al exterior por otra puerta, la que da al punto de encuentro más allá de todos nuestros mitos. Porque la otra opción es salir por la misma que entramos, la del animal salvaje, el depredador de su propia especie. Y todo por  el absurdo de las categorías duales.


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