Delfines, elefantes, humanos: especies que llevan en sus genes el cuidado de los más débiles. O quizás los humanos en un punto de nuestra evolución equivocamos el camino, perdimos la mayor fuerza de la naturaleza, la fuerza de la vida, y optamos por devorar a los débiles. Estamos a tiempo de rectificar.
" El salto de la posesión al don, de la ética del poder a la ética del
cuidado, cambia el modo de relacionarnos con los otros, y con los otros me
refiero a personas y a todas las criaturas existentes, y esto en todos los
ámbitos: relaciones personales, afectivas, profesionales, sociales, económicas
y políticas.
En las relaciones afectivas el enfoque
de no-posesión es fundamental. La posesión es remplazada por el amor, la
empatía y el cuidado. Nadie me pertenece, los otros llegan a mi vida y
establecemos relaciones de afecto y cuidado mutuo pero no de dependencia. No
hay cadenas, no hay ataduras. Todo es transitorio y efímero, todo pasa. Y el
sentimiento de pérdida es sustituido por el de don y respeto a la libertad, al
dharma de los otros. No somos el centro, somos parte del círculo infinito del
amor. Tampoco somos la piedra angular, la pieza clave que sustenta a las demás
piezas: cada pieza es libre y dueña de su propio destino y de su propia opción,
no hay relación de subordinación sino de corresponsabilidad y cuidado mutuo de
todas ellas, y todas se sustentan en el núcleo central del infinito círculo del
amor, en libertad, igualdad y fraternidad.
Todos los puntos del círculo son equidistantes del centro, la existencia
de todos está en esta relación y en esa llamada a la unión y a la fusión de
todos con ese núcleo. Solo la conciencia distorsionada y enloquecida,
descentrándonos, puede hacernos creer que somos núcleo o centro y
transformarnos en monstruosos y deformes tiranos. En todas nuestras relaciones,
somos un punto en el círculo infinito, nadie por encima de nadie, todos con su
destino en relación con el núcleo.
Lo que acabo de exponer no es aplicable únicamente al ámbito individual,
insisto que la realidad no está compuesta de planos paralelos sino de planos
que se cruzan continuamente. La ética individual condiciona el sistema social,
económico, político. Desgraciadamente, se construye sin cimientos éticos, se
excluye la ética de los planteamientos colectivos ya sean sociales, económicos
o políticos. No me voy a detener a relatar los acontecimientos de los que estoy
siendo testigo en los finales de 2016: votaciones, elecciones, desde las
elecciones en mi país, o en los Estados Unidos, o en las primarias de los
nuevos partidos. El pueblo elige, el pueblo es soberano, se repite. ¿Y si
previamente se hubiera cegado al pueblo? Deslumbrado, distorsionado su
conciencia, sus valores, relativizado la corrupción, sea cual sea la cuantía de
lo defraudado; las mentiras, los abusos de poder; alimentado la codicia, la
envidia, el rencor ¿Acaso es imposible? ¿Acaso no ha ocurrido ya?
La democracia es frágil por su propia grandeza, por eso debemos velar
por su salud, preservarla del peligro de la demagogia y construir cimientos
sólidos: el respeto a la dignidad de todas las personas, los derechos humanos
universales, la libertad, la igualdad y la fraternidad universal; cimientos y
diques robustos que contengan los bajos impulsos de los individuos azuzados por
discursos demagógicos.
A veces siento que nuestro mundo está gravemente enfermo, pero me bastan
los ojos de un recién nacido que me sonríen por primera vez para decirme que la
vida da siempre una nueva oportunidad y que nuestro deber es resistir hasta nuestro
último aliento para dar el relevo".
Punto de encuentro, más allá de los mitos, Capítulo VII, 7, página 135
Editorial Manuscritos.
https://www.casadellibro.com/libro-punto-de-encuentro-mas-alla-de-los-mitos/9788494950513/9024519