sábado, 17 de marzo de 2018

Son los sueños de Gabriel, son los sueños de Mame, los que deben prender como una hoguera en nuestro corazón


No quiero que el dolor me impida hablar,  me haga cerrarlos ojos o rendirme. Desde el corazón, mis cuatro renglones por Gabriel y por Mame, por sus familias  amigos, por quienes los aman y los llevarán siempre en su corazón, cuando ya nadie hable de ellos.
Me duelo que tantos pinten con fuego y odio el sufrimiento ajeno, y que tantos lo usen para su propio interés, para afianzarse, ellos y sus ideas o puestos. Frente a esto, brilla la luz y el calor del verdadero amor y el verdadero dolor, las lágrimas de Patricia, la madre de Gabriel, de su padre, y del compañero y amigo de Mame.
En toda historia hay un malvado, en todo cuento, como nos decía Patricia, una bruja, de una maldad incomprensible. Las brujas existen, la maldad convive con nosotras, y no está lejos. Nos ciega el maniqueísmo, el pensar que los malos son los otros, el ejército enemigo, el partido rival. Esa maldad existe larvada en todas nosotras: el egoísmo, la avaricia, la soberbia, la envidia, la vanidad, el deseo y abuso de poder…
Esa maldad  nos impide ver al otro como un semejante, y lo contemplamos como un estorbo o como un medio para satisfacer nuestros propios intereses: esto se da desde el ámbito doméstico, hasta en el sistema mundial: es el mismo principio. El asesinato del pequeño Gabriel, o la muerte de Mamen por una situación de pobreza e injusticia.
Ante esta realidad, es urgente no rendirnos a la tentación de la violencia. La humanidad se desangra siglo a siglo por tanta guerra y venganza que siempre se pretende justificar, por tanto abuso. Solo el amor desde las entrañas a los nuestros, a nuestros hijos, y más en lo hondo, a todos nuestros hermanos y hermanas, los seres humanos, y aún más en lo hondo, a toda la vida, desde el pájaro que nos saluda con su canto al amanecer, o los peces de nuestros mares.
La violencia siempre trae violencia, y en la lucha siempre gana el más fuerte, no el mejor.
El tesón, la lucidez, la resistencia pacífica y esforzada: la paz, es el camino. Pero la paz implacable con la injusticia, que se deja la piel trabajando contra las desigualdades y los abusos, por un sistema más justo, más libre, más fraternal, conscientes de que significa sembrar hoy el árbol que no veremos crecer y que cobijará el mañana.
Me he resistido a hablar de él, de Gabriel, pero no he podido contener las lágrimas  y mis dedos han volado sobre el teclado. Quería ser biólogo marino. Tenía un proyecto en su vida, conocer, aprender y por amor a sus peces, transformar la realidad.
Me he resistido a hablar de él, el joven Mame, que terminado el instituto, recién cumplida la mayoría de edad, atravesó el Sahara soñando en una vida mejor. Me recuerda demasiado a jóvenes que conozco. Tenía un proyecto, saltó la valla, buscando una vida digna.
Son los sueños de Gabriel, son los sueños de Mame, los que deben prender como una hoguera en nuestro corazón, y mover nuestros pies y nuestros brazos para que no mueran.
Que os llevemos en el corazón, que luchemos por vuestros sueños.

domingo, 11 de marzo de 2018

Algún día alcanzaremos un nivel de civilización donde libertad, igualdad y sororidad estén en todas las banderas.


Fuerza y ternura son sin duda los dos rasgos predominantes de la mujer. Son en realidad los rasgos naturales predominante en las hembras de todas las especies, ellas son las depositarias de la trasmisión y cuidado de la vida. La imagen de la leona cuidando a sus cachorros, tan llena de belleza, fuerza y ternura lo expresa de la mejor forma posible.
La mujer es fuerte y tierna por naturaleza. Buscando una imagen que lo exprese, encuentro la de esa abuela boliviana cuidando de sus nietos mientras los padres se matan a trabajar al otro lado del océano.
A lo largo de la historia, las distintas civilizaciones han educado a la mujer para desarrollar la ternura, sin que fuese consciente de su fuerza. El hombre era el depositario del poder y la fuerza.


El 8 de marzo de 2018 es sin duda un momento trascendental en la historia, supone el despertar de la conciencia de la fuerza femenina. El 8 de marzo las mujeres se han mirado entre ellas, han volcado su fuerza y su ternura en sus hermanas, se han unido, han levantado la frente al hermoso grito de sororidad, y han comenzado una revolución como solo las mujeres son capaces de hacerlo: de forma pacífica. Aman demasiado la vida para abrir un resquicio a la guerra. Y son demasiado fuertes para rendirse. Sus detractores dicen que esto pasará, pero los que así piensan no conocen a las mujeres: las mujeres son resistentes por naturaleza.
A todo esto solo tengo un “pero”: el temor al maniqueísmo que nos haría pensar que todas las mujeres son buenas y todos los hombres malos, para decirlo de manera simplona. El maniqueísmo de “los justos” contra los malvados, para acabar siendo como ellos, es la raíz del fracaso de toda revolución. Pienso que todas las personas poseemos en nuestra esencia el principio femenino y el masculino, con sus luces y sus sombras. El deseo de poder y el abuso de poder, la crueldad, están larvados en todas las personas, hombres y mujeres. Y del mismo modo la ternura, la generosidad, la sororidad. La cultura y la educación, y la opción personal de cada una, harán que se desarrolle una u otra cara.
El 8 de marzo muchos hombres dejaron de reprimir su rasgo más humano, la ternura, y cuidaron a los pequeños y ancianos para que sus mujeres  pudieran manifestar su fuerza. Muchos lo hacen a diario, y nos hacen confiar en que la humanidad podrá algún día alcanzar un nivel de civilización donde la libertad, la igualdad y la sororidad estén escritas en todas las banderas.


Ser parte de la Utopía

Deseo agradecer a todas las personas que compartieron conmigo un momento muy especial, la presentación de mi breve ensayo "Punto de e...