Era tan tenue el límite de su ser que se fundía con el río a cada latido.
No escribió su nombre sobre la arena de la orilla, era gota de agua y era río.
Fue transparente, sereno, y reflejó agradecido toda la luz del cielo, el oro, el azul y el esmeralda de las copas amigas de los árboles.
Siguió sin miedo el cauce que la vida le iba abriendo, fiel a su destino de encuentro con el mar y abrazo con cada gota de agua.
Calmó la sed de muchos, a muchos dio alivio en el camino.
A nadie encadenó, porque era libre.
Porque era gota de agua y era río.
Dolores soy Miguel, ...hoy por una experiencia "especial" y que me ha tocado en lo profundo del corazon, por mil motivos, me ha gustado tu post...SENCILLO, CLARO como el agua, dejarse llevar....somos pecadores, somos imperfectos, peros SOMOS, SOMOS, SOMOS y lo que no mata te hace crecer.....ME ENCANTA y sin peloteos
ResponderEliminarMiguel