Aún no me he repuesto después de la confirmación de que a mi pueblo, Alcorcón, le ha tocado el premio gordo del disparate: Eurovegas. Por eso no me siento capaz de repetir todos los argumentos que se han expuesto en contra de este megaproyecto que supone un paso más (o una zancada) hacia un modelo económico insostenible. Pero de algún modo hay que animarse, y la casualidad me ha hecho repasar esta tarde la historia de una mujer que es un soplo de esperanza y coraje: Wangari Maathai. En vez de hablar de Eurovegas, hablaré de ella.
Wangari Muta Maathai (Nyeri, Kenia, 1 de abril de 1940 - 25 de septiembre de 2011)[1] fue una activista política, y ecologista keniata. En 2004 recibió el Premio Nobel de la Paz por «sus contribuciones al desarrollo sostenible, a la democracia y a la paz». En 1977 fundó el Movimiento Cinturón Verde, responsable de la plantación de más de 30 millones de árboles por todo el país, para evitar la erosión del suelo, y así mejorar la calidad de vida de las mujeres que lo llevaban a cabo. Esto le hizo merecer el apelativo afectuoso de Mujer Árbol («Tree Woman»). Desde entonces, se convirtió en una mujer muy activa en temas medioambientales y a favor de las mujeres.
Bajo el régimen del presidente Daniel Arap Moi, fue a prisión diversas veces y fue atacada de forma violenta por haber exigido elecciones con pluralidad de partidos y el fin de la corrupción y de las políticas tribales. Gracias a prácticamente solo ella, se salvó el Parque Uhuru de Nairobi en 1989 al parar la construcción de un complejo urbanístico promovido por los asociados del presidente Moi.
«Maathai resistió con coraje el anterior régimen opresivo de Kenia», dijo el Comité Nobel noruego en su lectura al proclamarla ganadora del premio Nobel por la Paz 2004. «Sus formas de actuar únicas han contribuido a prestar atención a la opresión política, nacional e internacionalmente. Ha sido pozo de inspiración para muchos en la lucha por los derechos democráticos y especialmente ha alentado a las mujeres a mejorar su situación».
Así que, mañana seguiremos nuestro camino. Otros lo han andado antes, y para nadie ha sido fácil. A la sombra de los árboles, y de los hombres y mujeres árboles.
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