El poder corrompe. Mata. Es lo contrario de la vida. La vida no es poseer, es dar.
Hace falta una profunda revolución. Hace falta renunciar al poder.
Este será el auténtico cambio: trasformar el ejercicio de poder en un intercambio de vida, de fortalezas, de capacidades.
Nunca para poseer.
Nunca para dominar.
Para compartir, para crear, para engendrar, para alumbrar.
¿Poesía, utopía?
No. Hay quien siempre lo ha considerado así, hay quien lo sueña y quien lo practica.
Hoy hay movimientos ciudadanos, nuevos partidos alternativos, que acuñan e insisten en conceptos como la horizontalidad, la inclusión, la trasparencia. Una conciencia colectiva.
Una alternativa es posible. No sólo posible: necesaria, urgente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario