sábado, 25 de marzo de 2017

Alerta roja

Los asesino de Niza,de Berlín, de Roma, en los últimos atentados terroristas, tienen un denominador común: la locura y la crueldad humana en estado puro y ciego. Se han encuadrado sus acciones  en atentados yihadistas y están provocando reacciones de miedo y también de rechazo y odio hacia el mundo del Islam. Esto es un peligroso error, que olvida quiénes son las víctimas y quiénes son los verdugos, y que empuja a muchos, quizás de modo inconsciente, a ponerse del lado del verdugo: el que odia de modo indiscriminado.


Las víctimas de estos actos son inocentes, inocentes de todos los países y de todas las creencias, también musulmanes.
Los verdugos son personas transformadas en bestias salvajes por el odio y la ceguera, donde puede prender cualquier consigna, cualquier impulso, que les haga cometer actos como los de los últimos atentados. Es cierto que el yihadismo es altamente inflamable en estas mentes perversas, pero también lo es cualquier integrismo,  que aviva la locura, como ocurrió recientemente en una mezquita de Quebec donde un joven asesinó a seis personas. O cualquier perspectiva distorsionada y discriminatoria, como el machismo, que tortura y mata todos los días a mujeres también en nuestro país; o la pedofilía, la más atroz perversión, que lleva a la tortura e incluso al asesinato de niños.
 Es preciso un marco legal, son necesarios mecanismos de defensa, no hay que caer en la ingenuidad del buenismo, cierto. Pero no nos equivoquemos. Esto sería una espiral de horrores. Estemos en alerta roja siempre: contra la bestia común del integrismo y la crueldad ciega e indiscriminada, no avivemos el odio.


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