domingo, 15 de marzo de 2020

Las plagas.


Los mitos son la respuesta a la zozobra que las plagas  provocan en los seres humanos. Hay plagas que amenazan la salud física, otras la salud mental, hay plagas que atacan nuestros cuerpos, otras nuestra esencia, pero en cualquier caso destruyen la armonía de nuestras vidas.

Las plagas son recurrentes y amenazan nuestra seguridad. Cuanto más seguro un sistema social y económico aparenta ser, más angustia las plagas provocan en las personas. Este final del invierno de 2020 asistimos al espectáculo de la crisis de una plaga mundial provocada por un virus, el COVID19. Un nuevo virus, desconocido hasta ahora, que ha provocado una pandemia. La enfermedad no es mortal en la mayoría de los casos, solo lo es en pacientes debilitados por otras enfermedades o de avanzada edad. Todos los mecanismos se han puesto en marcha para defendernos de este coronavirus. Se calcula un escenario de algunos meses, tres o cuatro, hasta superar la crisis de salud, y años hasta superar la crisis económica que está provocando.
¿Y qué ocurre con las otras plagas que nos asolan? Plagas que se extienden en el tiempo ¿Por qué se ignoran? Otras enfermedades como la tuberculosis o la malaria, o como simplemente el hambre, o la guerra, que provocan muchas más muertes que el COVID19. Hasta hace poco nos hablaban de las olas de inmigrantes sirios que el gobierno turco lanzaba contra las fronteras de Grecia como moneda de cambio en su lucha en Siria al lado de los rebeldes contra Bashar al-Ásad y su aliado Rusia, la guerra que ha provocado precisamente ese flujo de personas migrantes. ¿Puede haber mayor plaga moral, podemos seguir creyendo que los seres humanos somos los reyes de la creación?
El COVID19 no tiene raza, ni nacionalidad. El pequeño virus no hace distinción, pero no todas las personas pueden defenderse del mismo modo. Los excluidos, los que no cuentan, lo aguardan sin esperanza en las calles, los que no tienen un hogar donde refugiarse y blindarse, ni agua ni jabón para lavarse, los que recogían su comida de los contenedores de los restaurantes y bares que han cerrado ante la pandemia. Los que están separados de sus familias, sin posibilidad de reencuentro. Los abandonados.
Las plagas nos interpelan, nos desnudan, nos zarandean. Sobrevivamos o no, nos muestran  nuestra verdadera naturaleza, la persona que somos, de la que nos avergonzamos o la que contemplamos con la frente alta. Y buscamos respuestas. Construimos mitos, porque nuestra conciencia, por dormida que esté, no las puede soportar.
Toda mi vida he buscado una respuesta. Y sigo buscando, y sigo encontrándolas a lo largo de mi vida, en las personas con las que camino, en los relatos y los mitos. En los acontecimientos, también en los más nimios y cotidianos.

"Punto de encuentro, más allá de los mitos"
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Ser parte de la Utopía

Deseo agradecer a todas las personas que compartieron conmigo un momento muy especial, la presentación de mi breve ensayo "Punto de e...