China y Occidente se encuentran, se abrazan y nace un monstruo, lo peor de cada casa. El pueblo chino queda deslumbrado ante el espejismo de la sociedad de consumo. Para ser competitivo, Occidente se ve abocado a cambios brutales que imiten la situación casi de esclavos de los trabajadores chinos. Y la Naturaleza tiembla ante su inminente degradación (que presiente mayor si cabe).
Y a pesar de todo sigo soñando que otro mundo es posible, que podemos luchar por ser más humanos y no robots. Ser, más que tener. Ser, convivir, disfrutar de la belleza y el conocimiento. Compartir. Vivir. Trabajar lo justo, menos horas (repartir el trabajo, habrá para todos), ganar menos (¡todos, políticos incluidos!) consumir menos, pero que todos puedan consumir lo básico (habrá suficiente consumo). No adorar al dinero, es un puro medio para vivir, no nuestro dios devorador de hombres. ¡Ah! y los bancos, los mercados…al servicio de las personas, para ayudar a los que lo necesitan (¿microcréditos?) En fin, y por empezar cambiando algo, camino por las calles con los indignados, y el 20N votaré EQUO…
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