Viernes 10 de abril: comienza la
campaña para las elecciones del 26J. Me han invitado a una charla coloquio, no
se trata de ningún acto de precampaña. Es un encuentro con Joan Carrero, mucho
menos conocido que cualquiera de los protagonistas que estos días nos
bombardean con sus promesas electorales. “Pacifista
mallorquín. Fue candidato al Premio Nobel de la Paz en 2000 por la labor
realizada en favor de la paz al conflicto de los Grandes Lagos en África.
Preside la Fundación S'Olivar” es una breve reseña que encuentro en
internet, tengo que reconocer que yo tampoco lo conocía, a pesar de mi
vinculación con Ruanda. “¿Qué harían Kasturba y Mahatma Gandhi y Coretta y
Martín Luther King en este momento crítico?” es el título de la conferencia.
A
veces es algo más que las palabras lo que nos impresiona y nos toca por dentro.
Esto me ocurrió el viernes. “Me hace pensar en Vicente Ferrer” comento a un
amigo común. “Eran grandes amigos” me explica, y no me sorprende. Un luchador
infatigable, cada una de sus palabras son ratificadas por su acción. La acción
por los demás, como Vicente Ferrer.
Quiero
compartir con todas las personas que me leen algunas de las reflexiones que
recogí y en las que encuentro apoyo y fuerza (sé que a algunas les hubiera
gustado poder asistir). Que el más
pequeño paso adelante de una persona supone un avance para toda la humanidad,
hasta el más pequeño puede cambiar el rumbo de la historia.
Hay que tomar
conciencia de la realidad. La verdad y la misericordia son la fuerza más
poderosa: me alegró tanto escuchárselo, porque así lo he sentido siempre.
Aunque parezca imposible, lo mismo que pueden parecer imposible leyes de la física
cuántica: lo imposible se hace posible (nos habla de la amistad de Gandhi y
Einstein). Todo está profundamente interrelacionado, para ser feliz necesito hacer
felices a los demás, de ahí la generosidad que multiplica. Nada permanece, todo
es caduco. Y un concepto que nos une a todas las personas (teístas, creyentes
no teístas, ateos, agnósticos…): la dignidad humana. Y de nuevo me siento identificada
con el discurso: la dignidad humana, por la que luchar.
Nos
habla de utopía, que no es lo contrario de realismo sino de mezquindad, utopía
como generosidad transformadora, lucidez y coraje, y al escucharle siento
renovar mi fuerza para seguir caminando.
Pero
no se trata de un discurso luminoso, es un discurso que atraviesa un panorama
tenebroso del que es muy consciente por su propia experiencia de lucha y
persecución. Nos encontramos en un momento crítico, y la fuente de este mal es
la concentración del capital y el poder en una pocas manos, un poder financiero
superior al poder militar y político, contra el que hay que luchar para
mantener la dignidad humana. Un poder que manipula la verdad y difunde
calumnias para desacreditar a quién se le enfrenta, como le ocurrió a él mismo
y a muchas otras personas, mientras los criminales permanecen inmunes.
Es
cierto que se produjo cierta desesperanza ante este panorama y la propia
experiencia vital de Joan Carrero y otros asistentes. Pero a pesar de todo, sus
palabras, su sonrisa y su convencimiento atravesaron este panorama tenebroso.
Se trata de comprender el tiempo, los plazos de la evolución, que es más amplio
que el tiempo individual, y desde esta perspectiva sentir el mismo
convencimiento de que la verdad y la misericordia son las mayores fuerzas.
¿Qué
harían ellos, Gandhi, Coretta, Luther King…Vicente Ferrer, Joan Carrero, qué
harían, qué hacen? Seguir caminando, seguir creyendo en la utopía, seguir
luchando por la dignidad humana, con las estrategias de la no violencia y la
confianza en la fuerza de la verdad y la misericordia.
Desde
aquí quiero agradecer a personas como Joan Carrero por sus palabras
inspiradoras y sus vidas que nos sirven de guía para continuar.
Voy
a leer su libro, “Los cinco principios superiores” y sigo informándome en
internet. Os paso un enlace en donde podréis obtener más información:
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