jueves, 8 de diciembre de 2011

DE ESTA SALIMOS, PERO POR OTRA PUERTA


No hay atrocidad que el ser humano no pueda superar y de la que no pueda salir con la frente alta. “Después de todo, el hombre es ese ser que ha inventado las cámaras de gas de Auschwitz, pero también es el ser que ha entrado en esas cámaras con la cabeza erguida y el Padrenuestro o el Shema Israel en sus labios” dice Víctor E. Frankl. [1]
Estamos viviendo una crisis mundial de tremendas dimensiones, hasta el punto de que en la mente de muchos el sentimiento de derrota se abre camino llegando incluso a pensar que estamos ante el final de una civilización. Basta una rápida mirada ante lo que está ocurriendo: una naturaleza degradada hasta puntos insospechados ( en Brasil despunta la amenaza de la desforestación de la selva amazónica, las ciudades chinas se hacen irrespirables por la contaminación, y las diferencias entre pobres y nuevos millonarios se agudizan, por citar algunos ejemplos de economías que se consideran emergentes y se aplauden por su crecimiento económico), África se muere de hambre entre guerras, epidemias y expolios, y las imágenes atroces de la hambruna del Cuerno de África se repiten impotentes. El crecimiento de la población mundial aumenta de modo insostenible, y no se hace nada, muchas veces con hipócritas pretextos religiosos, por controlar este crecimiento a pesar de existir métodos para ello, cuando no se evita el exterminio de los pueblos por el hambre, las epidemias  y la guerra. Y en la vieja Europa sus líderes se empeñan en salir de la crisis económica repitiendo el mismo modelo que se está demostrando agotado, intentando salvar el último bastión de su imperio sin darse cuenta de que en el mismo núcleo de ese bastión está la causa del desastre. El norte de África ve con esperanza el renacer del Islam, y Occidente lo observa con recelo. Se extiende la influencia de los hermanos musulmanes, y se abren grandes interrogantes entre la población laica de esos países.
Ante este panorama nos preguntamos ¿dónde está la puerta de salida? La puerta está dentro del ser humano, es la puerta que conduce a su dignidad. Y su dignidad supone alcanzar el objetivo de su existencia: la realización del bien, y no causar daño a otras criaturas. Amar, respetar y cuidar de la Naturaleza, del mundo que se nos confió; amar, respetar y compartir los bienes con los otros seres humanos sin ningún tipo de discriminación. Hermanos, por encima de cualquier otra definición, hermanos universales. Lo demás se nos dará por añadidura: el ser humano posee una asombrosa inteligencia, ha conseguido logros económicos, técnicos y científicos que pueden hacer posible el renacer de una nueva civilización, pero tiene que encontrar la correcta puerta de salida: la de la dignidad humana. Cualquier otra salida, aun de aparente eficacia, será sólo una pequeña pausa antes de la última derrota.


[1] Frankl Víctor E. El hombre en busca de sentido, E.Herder, 22ª edición pag 184

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