Siguiendo con lo que escribí hace unos días, supongo que me diréis que del amor no se come. Algunos han ido incluso más lejos. Nietzche decía que los débiles y fracasados debían perecer, o Hobbes que el hombre es un lobo para el hombre; la compasión, la empatía es para muchos una debilidad. Sin embargo me reafirmo en mi opinión de que amar es lo que realmente nos beneficia y lo que realmente beneficia a los demás. Claro que para entender bien lo que afirmo es necesario que explique lo que entiendo por “amar”. Amar puede tener muchas manifestaciones, muchos modos de expresarse, de revestirse: desde el beso de una madre a su hijo, o de una persona a su amante, desde la lucha y el compromiso por aliviar a otro, por el bien común, desde la alegría de compartir con los amigos grandes o pequeñas cosas, o penas, dudas o fracasos. Todo esto puede ser expresión de amor, pero en todo caso el amor es la raíz profunda de todo ello. Y en su núcleo el amor es la mayor grandeza, la mayor belleza, el mayor poder y fuerza, y la más profunda sabiduría que el ser humano pueda desear.
No se trata de ignorar hasta que punto los seres humanos podemos llegar a ser egoístas, crueles, ambiciosos, necios; se trata de mirar de frente y sin miedo este lado oscuro de todos nosotros, con la suficiente lucidez para descubrir el núcleo positivo de nuestra existencia y la enorme potencia que se desencadena cuando lo liberamos, cuando no nos avergonzamos de sentir, de reír, de llorar. De amar.
Porque siempre habrá una madre que abrace a su hijo, un amante que se entregue a su amante, un amigo que abrace a un amigo, un hombre, una mujer que asuma su compromiso y su responsabilidad vital por el bien común. Y las guerras, las tiranías, los abusos, las injusticias se sucederán, bañarán de dolor nuestra tierra. Pero nunca ahogarán la raíz de la vida.
NOS ENCANTA DOLORES, NOS ENCANTA
ResponderEliminar