Fuerza y ternura son sin duda los dos rasgos predominantes de
la mujer. Son en realidad los rasgos naturales predominante en las hembras de
todas las especies, ellas son las depositarias de la trasmisión y cuidado de la
vida. La imagen de la leona cuidando a sus cachorros, tan llena de belleza,
fuerza y ternura lo expresa de la mejor forma posible.
La mujer es fuerte y tierna por naturaleza. Buscando una
imagen que lo exprese, encuentro la de esa abuela boliviana cuidando de sus
nietos mientras los padres se matan a trabajar al otro lado del océano.
A lo largo de la historia, las distintas civilizaciones han
educado a la mujer para desarrollar la ternura, sin que fuese consciente de su
fuerza. El hombre era el depositario del poder y la fuerza.
El 8 de marzo de 2018 es sin duda un momento trascendental en
la historia, supone el despertar de la conciencia de la fuerza femenina. El 8
de marzo las mujeres se han mirado entre ellas, han volcado su fuerza y su
ternura en sus hermanas, se han unido, han levantado la frente al hermoso grito
de sororidad, y han comenzado una revolución como solo las mujeres son capaces
de hacerlo: de forma pacífica. Aman demasiado la vida para abrir un resquicio a
la guerra. Y son demasiado fuertes para rendirse. Sus detractores dicen que
esto pasará, pero los que así piensan no conocen a las mujeres: las mujeres son
resistentes por naturaleza.
A todo esto solo tengo un “pero”: el temor al maniqueísmo que
nos haría pensar que todas las mujeres son buenas y todos los hombres malos,
para decirlo de manera simplona. El maniqueísmo
de “los justos” contra los malvados, para acabar siendo como ellos, es la raíz del
fracaso de toda revolución. Pienso que todas las personas poseemos en
nuestra esencia el principio femenino y el masculino, con sus luces y sus
sombras. El deseo de poder y el abuso de poder, la crueldad, están larvados en
todas las personas, hombres y mujeres. Y del mismo modo la ternura, la
generosidad, la sororidad. La cultura y la educación, y la opción personal de
cada una, harán que se desarrolle una u otra cara.
El 8 de marzo muchos hombres dejaron de reprimir su rasgo más
humano, la ternura, y cuidaron a los pequeños y ancianos para que sus
mujeres pudieran manifestar su fuerza.
Muchos lo hacen a diario, y nos hacen confiar en que la humanidad podrá algún
día alcanzar un nivel de civilización donde la libertad, la igualdad y la
sororidad estén escritas en todas las banderas.
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