Ante los últimos acontecimientos en la política nacional e internacional, no dejo de hacerme la pregunta.
D.Trump consigue que Méjico bajo la amenaza de la subida de aranceles cierre el paso a los inmigrantes que vienen desde Guatemala. Muchos mejicanos se sentirán aliviados.
Y más cerca, en Madrid: tres partidos de la derecha que juntos suman mayoría de votos ( no hay que olvidarlo: representan el sentir de una mayoría) se alían y señalan posibles acuerdos y coincidencias: revertir Madrid Central, una medida que reduce la contaminación; disminuir los impuestos, ese medio para la redistribución de la riqueza; terminar con el problema de los "manteros"; combatir la okupación. Probablemente estas medidas sean celebradas por sus votantes.
Los problemas existen, son graves y de difícil solución: las guerras comerciales, las migraciones de millones de personas, el cambio climático y un muy posible colapso en un futuro no lejano, la desigualdad creciente. Y ante estos problemas podemos entender el motivo que mueve a las personas a las decisiones que he señalado. Pero entender los motivos no significa aceptarlos. Porque hay otras soluciones, tenemos que luchar por encontrarlas, poner en ello todas nuestras capacidades humanas.
Porque estos motivos nacen de la ceguera que nos hace pensar que salvando nuestra casa hoy estamos salvados, aunque fuera o después solo quede el sufrimiento y la muerte. Hoy les toca a ellos, los otros, quién nos dice que mañana no nos toque a nosotras. Y entre tanto habremos perdido lo que nos hace humanos, el rasgo más noble de nuestra naturaleza evolucionada: la razón y la compasión. La bondad.
Veo un vídeo en el que un hombre trajeado patea a un indigente que duerme acurrucado en un callejón. Violan a una niña de cuatro años. Matan a mujeres. Las maestras de un Centro escolar se burlan de una niña con autismo. Las trabajadoras de una residencia de mayores vejan a unos ancianos indefensos. En la vida cotidiana, la crueldad toma ventaja sobre la compasión y la empatía. Y en las decisiones políticas.
Ojalá no tomemos partido por los indiferentes, los verdugos o los que no ven más allá de su obligo.
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