viernes, 29 de enero de 2016

Parece la huella de una mano ensangrentada, de una mano abrasada.

Como las semanas pasadas, os ofrezco una página de mi novela Miel de acacias. Un viaje para aliviar el dolor, un alegato por la paz.
Si queréis apoyar a pequeñas editoriales que apuestan por este tipo de literatura como Queimada o a librerías alternativas, espacios abiertos como Traficantes de sueños, buscad esta pequeña obra en sus estantes.

"Tenías los dedos rojos, de pimentón. Rojo. Ahí está tu parienta, y el chiquillo, le dijo un hombretón que no dejaba de comer y reír. La mujer le dio un beso, y Joseba Andoni cogió en brazos al chiquillo ¿Qué hay, chaval? (Ahora ya no podrá cogerlo así, tienes los brazos quemados, en llamas). No le des morcilla al crío, que luego no cena. Anda mujer, no comer por haber comido, qué más da. El niño se metió un buen trozo en la boca, lo había cogido con la mano, estaban a nuestro lado, el crío extendió la mano y me la puso sobre el hombro de mi cazadora, la cazadora tejana. Dejó la marca de sus cinco pequeños dedos grasientos y rojizos. Perdona, hija, me dijo la mujer ¿Pero que has hecho? le regañó al chiquillo, y al marido. Ya te dije que no le dieras morcilla al muchacho. No tiene importancia, le dije yo. Vamos al lavabo, y te lo intento limpiar. No es nada, no te preocupes. Nos vamos, dijiste tú. Coged un poco antes de marcharos, insistió Joseba Andoni. Aún está la marca de los deditos del muchacho sobre el hombro de mi cazadora, parece la huella de una mano ensangrentada, de una mano abrasada."
Miel de acacias, Dolores Vendrell
 Editoral Queimada, página 107

Disponible en la librería Traficantes de sueños
C/ Duque de Alba, 13
28012 Madrid
Tf. 915320928
Metro Tirso de Molina
http://www.traficantes.net/

Disponible en Amazon

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