martes, 25 de octubre de 2011

15O VERSUS RELIGIÓN

La puerta del sol, al anochecer del 15 O, mientras resonaba la 9ª Sinfonía de Beethoven, me hizo pensar en un maravilloso cerebro compuesto por innumerables neuronas unidas, trasmitiéndose unas a otras corrientes de esperanza y empatía. Quizás un sueño, una utopía, a la espera de una acción lúcida, comprometida y tenaz.
Me llamó la atención la gente que caminaba a mi lado: ningún “uniforme”, apenas algunas pancartas con el logotipo 15O, pero sí pequeños carteles de fabricación casera, difundidos en las redes sociales e impresos en casa. Entre estos carteles, y en alguna camiseta, pude leer repetidamente  la exigencia de una sociedad laica y el rechazo de la religión. ¿Cómo me iba a extrañar en Madrid, donde aún resuenan los fastos que celebraron la visita del Papa y de los jóvenes católicos, favorecidos y arropados por las autoridades? En un país donde, por desgracia, la religión se asocia en el subconsciente popular a una larga dictadura que se implantó después de una cruel guerra fraticida mal llamada cruzada, o guerra santa, que viene a ser lo mismo. Y sin embargo, también revivo con ilusión las imágenes de indignados unidos antes de la marcha en la meditación, realizando los gestos que durante siglos hombres y mujeres de Oriente han venido repitiendo para alcanzar la unión e identificación con el Ser Supremo, el Alma del mundo, la Conciencia Universal. Y tampoco esto me extraña, y me hace pensar que quizás la corriente que horas más tarde haría vibrar a los congregados en Sol en un sentimiento de empatía y fraternidad no era otra cosa que la manifestación de esa Alma del mundo. Quizás así lo sentí, porque en este sentimiento de fraternidad universal baso mi concepción de la vida y la lucha. Al fin y al cabo, una concepción espiritual de la realidad. Por eso pienso que es importante evitar los tópicos y los prejuicios frente al hecho religioso, aprender a discernir entre religión y fanatismo o integrismo, pues de lo contrario caeríamos en lo mismo que rechazamos, como repetidamente ha ocurrido a lo largo de la Historia.
El contacto con religiones orientales, como el budismo y el hinduismo me ha enriquecido enormemente, y ha enriquecido mis creencias cristinas. Porque el Jesús que he ido descubriendo a lo largo de mi vida es él que estaría el 15O en Sol, entre los hombres y las mujeres del pueblo, con el corazón alzado hacía el que él proclamó Padre de todos los hombres. No en los templos, ni vestido de seda y enjoyado de oro, no entre los poderosos, sino señalando su avaricia.

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