Hace ya tres siglos que un filósofo francés se proclamó ciudadano del mundo. Hoy la técnica de las telecomunicaciones, el asombroso mundo de internet, se alía a este ideal. Hoy más que nunca es necesario anteponer a cualquier sentimiento de pertenencia a un grupo el de sentirse parte de la Humanidad. Hay mucho en juego, el equilibrio es mu frágil.
Y mientras tanto, políticos con orejeras enfrentan a payeses catalanes con trabajadores del campo andaluz en España, hay enfrentamientos sangrientos en Egipto con la excusa de la religión...
Los pueblos del mundo deben dejar oír su voz. Ante todo, somos ciudadanos de un mundo, de un mundo nuevo que aún es posible.
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Ser parte de la Utopía
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