El siglo de las luces dio paso a la Revolución Francesa, que enarbolaba el sueño de todos los indignados de la historia: LIBERTAD, IGUALDAD, FRATERNIDAD. Fue dolorosa y sangrienta, consiguió grandes logros, y acarreó también vergüenza e injusticia. Los grandes revolucionarios también se transformaron en tiranos y verdugos. Pero el sueño perdura. Y hoy acaricia unas nuevas lanzas, unos fusiles de viento, poderosos, de larga distancia, distancia impensable. He aquí filosofía y técnica de la mano, y las ondas al servicio de los pueblos y sus voces, como una sola voz.
Creer en el ser humano es creer en la fuerza de su razón y su palabra. Esta fuerza es imparable, fluye como una corriente poderosa en las redes que unen a todos los hombres más allá de las fronteras y muros que han alzado los poderosos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario