Viniendo de Madrid hacia Alcorcón, desde el autobús siempre vuelvo la cabeza a mi derecha, al retamar y los terrenos cultivables mal llamados “erial” que han apostado por reemplazar por rascacielos de hoteles, casinos y centros de ocio. Luchan contra el proyecto un grupo de personas, ecologistas, a los que muchos tachan de románticos soñadores,o egoístas que olvidan el dolor de los parados por preservar unas pocas especies sin valor. Y no puedo salir de mi perplejidad, y hasta me cuesta ya argumentar. Pienso en las tremendas crisis alimentarias que azotan ya nuestro planeta, y en la lucha por el agua que se agota, y me sorprende nuestra pereza y nuestra falta de imaginación para buscar otras soluciones que no sea terminar con los escasos espacios naturales que nos quedan. Porque gracias a estos “eriales” comemos, gracias a estos retamares y pequeños encinares aún queda algo de aire respirable en nuestras ciudades, gracias a estos espacios el agua puede fluir. No es por el escarabajo pelotero por lo que luchamos, también por él, pero sobre todo por la supervivencia de nuestros hijos y nuestros nietos. Somos parte de la Naturaleza, por más que los rascacielos le den la espalda.
imagen: Maricruzpe.blogspot.com
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