sábado, 25 de enero de 2014

ALCORESS Y LA SINFONÍA DEL NUEVO MUNDO



Toco en AlcorEss, y eso es para mí un gran privilegio. ¿El violín, el bajo, los platillos…? Es mi propio ser, yo: mi mente y mi corazón, y mis circunstancias: por donde y con quien ha transcurrido el tiempo de mi vida. Toco con mis compañeras (mi femenino es inclusivo, abraza a mis compañeros en plano de igualdad) intentando ser yo misma y con un respeto sagrado por los diferentes modos de ser de las demás: somos una orquesta y cada una intenta tocar bien su instrumento sin desafinar.
Me gusta la armonía, la concentración en las cuerdas o el metal del que sacaremos las notas que se irán encadenando con las de los restantes instrumentos. Hacer bien cada una su trabajo y hacerlo con las demás: no hay competencia, hay una profunda complicidad.
Y AlcorEss a su vez toca en otras orquestas más amplias, porque en esta vida todo está encadenado: ya sabemos todas lo del efecto mariposa: el batir de unas alas, o el rozar de unas cuerdas transforma el rumbo de las cosas. Somos conscientes de ello, y nos sentimos comprometidas con el rumbo que tomamos. Nuestra estrella polar se llama dignidad, dignidad de esta magnífica criatura que es el ser humano.

Somos nosotras mismas, somos libres e independientes, que cada cual toque el instrumento con el que se identifica: es bueno distinguir, definir bien las tareas y luego dejar que las notas se entrelacen y conmuevan los cimientos de la tierra con su belleza y su verdad. Con la bondad con la que se comparte el aire y se convierte en viento que nos lleva.

imagen: blocs.xtec.cat
Totésmúsica

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