Una
oportunidad a la paz: es lo que pedimos.
Y esa oportunidad
se construye sobre la justicia, la libertad y la fraternidad.
Hoy hay un
movimiento mundial en búsqueda de alternativas sociales, económicas y por
supuesto políticas, porque sin una alternativa política no habrá posibilidad de
cambio social y económico. Es una gran oportunidad: una oportunidad para la
paz, o una oportunidad para la guerra, depende de nuestra opción.
Somos
conscientes de que actualmente estamos en estado de guerra entre intereses
confrontados, y de que la política está al servicio de estos intereses. Los
movimientos que están surgiendo pueden ser esa oportunidad que deseamos para la
paz, o el resultado de los intereses de un bloque contra otro que pretende
simplemente que el miedo cambie de bando. Y el miedo es siempre el resultado de
la razón del más fuerte, que no es ni mucho menos la mejor. ¿Pero cómo
rendirse, cómo desesperar, cómo dejar de creer en el ser humano, a pesar de
todas las atrocidades que ha cometido y que puede llegar a cometer? ¿Cómo no
empeñarlo todo por dar esa oportunidad a la paz?
El arte de la
política se ha convertido en el arte de la mentira, la manipulación y la demagogia.
¿No vamos a intentar cambiarlo, regenerarlo? Y para ello, suscribir un código ético
que nos devuelva la esperanza. Me he permitido resumir uno de estos códigos,
suscrito por un grupo de profesores de ética, y que os copio a continuación.
Porque si los actores de la política no se regeneran, tampoco lo hará el
sistema. Y habremos perdido esta oportunidad.
"La confianza de la ciudadanía se gana con buenas prácticas, a
través del ejercicio de la honestidad, la lealtad, la veracidad, la ejemplaridad, la austeridad y la capacidad de servicio, actitudes
básicas que todos los ciudadanos reconocen como valiosas, independientemente de
las opciones políticas que legítimamente defiendan. Sólo si estos valores son
respetados en el ejercicio democrático, la ciudadanía será capaz de valorar el
ejercicio de la política como le corresponde.
El ejercicio de la política, entendido como servicio al interés general,
exige unos actores con los valores fundamentales de la vida democrática, entre
los cuales hay que destacar:
-
la equidad y la imparcialidad
-
la tolerancia, el espíritu de diálogo
y el respeto
-
la transparencia, la honradez y la
participación,
-
el servicio, la responsabilidad y la
profesionalidad.
Estos principios estarán presentes en los siguientes
ámbitos:
I. Las relaciones con la
ciudadanía y las organizaciones de la sociedad civil
1. El político electo tiene el deber de corresponder a la confianza que los ciudadanos depositan en él mediante el sufragio universal, defendiendo el proyecto por el cual ha sido escogido.
2. Todo político tiene el deber de considerar las interpelaciones cívicas y políticas que le puedan hacer de su actuación y de su integridad. Debe responder de sus acciones públicas y asumir las responsabilidades que se deriven.
3. Tiene la obligación de escuchar las partes implicadas en un problema, de asesorarse con los expertos y de comunicar su decisión razonada al conjunto de la sociedad.
4. Debe tener en cuenta los movimientos y las vindicaciones que nacen de la sociedad civil y las asociaciones que emergen de su seno, sin ánimo de emplearlas para sus finalidades partidistas.
5. Tiene el deber de respetar la autonomía de las organizaciones de la sociedad civil y mantener la máxima imparcialidad en la relación que establezca con ellas.
II. La relación entre políticos
Las relaciones entre los políticos deben guiarse por el respeto y por el cuidado en el uso del lenguaje. La discrepancia ideológica, base de la sociedad democrática, no se debe traducir en carencia de respeto mutuo. El respeto a la dignidad de la persona es la base del ejercicio democrático y debe regularse siempre desde el espíritu del diálogo, el juego limpio y la veracidad.
6. Los políticos deben procurar un acuerdo en los temas de interés general, escuchándose mutuamente y buscando la aproximación entre las fuerzas que representan.
7. Tienen la responsabilidad de presentar razonadamente sus propuestas, siendo sensibles a las interpelaciones que pongan en entredicho una determinada acción política.
8. Deben respetarse mutuamente la vida privada, las creencias y los estilos de vida personales y no utilizar la esfera privada como argumento en el debate público.
III. Políticos con responsabilidades ejecutivas en las admnistraciones
9. Los políticos con responsabilidades ejecutivas tienen el deber de explicar sus prioridades y la obligación de rendir cuentas de su actividad, informando de manera transparente sobre sus acciones.
10. Deben velar por el buen uso de los bienes públicos y no pueden beneficiarse del cargo por tener privilegios a título personal, familiar o de partido.
11. Deben ser especialmente cuidadosos con la gestión de los recursos públicos, orientando su práctica por los valores de la eficiencia, la equidad y la eficacia, velando de modo especial por las necesidades de las personas más desfavorecidas.
12. Los políticos con responsabilidades ejecutivas han de armonizar el respeto a la autonomía profesional de los profesionales de la función pública con el ejercicio de un buen liderazgo, basado en la mutua confianza.
13. A la hora de tomar decisiones relevantes, hace falta que los políticos consulten todos los actores implicados y se asesoren.
14. En la adjudicación de proyectos, concursos públicos o subvenciones, deberán ser lo más ponderados, transparentes e imparciales posible.
15. En el traspaso de competencias, prevalecerá la transparencia, el espíritu de colaboración y la eficiencia.
IV. La relación con los medios de comunicación
16. Los políticos tienen el deber de informar de sus propuestas y decisiones y ponerlas en conocimiento de la ciudadanía a través de los medios de comunicación.
17. Respetarán la legítima autonomía profesional de los medios de comunicación, sin presionar, interferir ni coaccionar sus prácticas.
18. A la hora de comunicar sus propuestas y decisiones a través de los medios de comunicación, los políticos harán un uso educado de la palabra, evitando, en todo momento la demagogia, la manipulación y la falsedad.
19. Tienen el deber de de informar de las cuestiones de interés general.
20. Tienen el deber de rectificar si la información que han transmitido no se adecua a la
realidad.
V. La relación entre los políticos y los partidos
24. Si es conocedor de malas prácticas en el seno de su partido, como pueden ser casos de corrupción o de prevaricación, debe revelarlo a los órganos competentes y, si fuera necesario, a los órganos judiciales.
VI. La relación con la administración de justicia
25. El político tiene la obligación de preservar la autonomía de la administración de justicia a pesar de los propios intereses y de los de partido sin perjuicio del ejercicio libre de la crítica.
26. Tiene el deber de denunciar delante de la justicia las ilegalidades que conoce en el ejercicio de su actividad política.
Firman este código Antonio Argandoña, Norbert Bilbeny, Victòria Camps,Miquel Calsina, Àngel Castiñeira, Cristian Palazzi, Ferran Requejo, Raimon Ribera, Begoña Román, Ferran Sàez, Miquel Seguró, Francesc Torralba y Josep Maria Vallès.con la colaboración de Rosamund Thomas"
1. El político electo tiene el deber de corresponder a la confianza que los ciudadanos depositan en él mediante el sufragio universal, defendiendo el proyecto por el cual ha sido escogido.
2. Todo político tiene el deber de considerar las interpelaciones cívicas y políticas que le puedan hacer de su actuación y de su integridad. Debe responder de sus acciones públicas y asumir las responsabilidades que se deriven.
3. Tiene la obligación de escuchar las partes implicadas en un problema, de asesorarse con los expertos y de comunicar su decisión razonada al conjunto de la sociedad.
4. Debe tener en cuenta los movimientos y las vindicaciones que nacen de la sociedad civil y las asociaciones que emergen de su seno, sin ánimo de emplearlas para sus finalidades partidistas.
5. Tiene el deber de respetar la autonomía de las organizaciones de la sociedad civil y mantener la máxima imparcialidad en la relación que establezca con ellas.
II. La relación entre políticos
Las relaciones entre los políticos deben guiarse por el respeto y por el cuidado en el uso del lenguaje. La discrepancia ideológica, base de la sociedad democrática, no se debe traducir en carencia de respeto mutuo. El respeto a la dignidad de la persona es la base del ejercicio democrático y debe regularse siempre desde el espíritu del diálogo, el juego limpio y la veracidad.
6. Los políticos deben procurar un acuerdo en los temas de interés general, escuchándose mutuamente y buscando la aproximación entre las fuerzas que representan.
7. Tienen la responsabilidad de presentar razonadamente sus propuestas, siendo sensibles a las interpelaciones que pongan en entredicho una determinada acción política.
8. Deben respetarse mutuamente la vida privada, las creencias y los estilos de vida personales y no utilizar la esfera privada como argumento en el debate público.
III. Políticos con responsabilidades ejecutivas en las admnistraciones
9. Los políticos con responsabilidades ejecutivas tienen el deber de explicar sus prioridades y la obligación de rendir cuentas de su actividad, informando de manera transparente sobre sus acciones.
10. Deben velar por el buen uso de los bienes públicos y no pueden beneficiarse del cargo por tener privilegios a título personal, familiar o de partido.
11. Deben ser especialmente cuidadosos con la gestión de los recursos públicos, orientando su práctica por los valores de la eficiencia, la equidad y la eficacia, velando de modo especial por las necesidades de las personas más desfavorecidas.
12. Los políticos con responsabilidades ejecutivas han de armonizar el respeto a la autonomía profesional de los profesionales de la función pública con el ejercicio de un buen liderazgo, basado en la mutua confianza.
13. A la hora de tomar decisiones relevantes, hace falta que los políticos consulten todos los actores implicados y se asesoren.
14. En la adjudicación de proyectos, concursos públicos o subvenciones, deberán ser lo más ponderados, transparentes e imparciales posible.
15. En el traspaso de competencias, prevalecerá la transparencia, el espíritu de colaboración y la eficiencia.
IV. La relación con los medios de comunicación
16. Los políticos tienen el deber de informar de sus propuestas y decisiones y ponerlas en conocimiento de la ciudadanía a través de los medios de comunicación.
17. Respetarán la legítima autonomía profesional de los medios de comunicación, sin presionar, interferir ni coaccionar sus prácticas.
18. A la hora de comunicar sus propuestas y decisiones a través de los medios de comunicación, los políticos harán un uso educado de la palabra, evitando, en todo momento la demagogia, la manipulación y la falsedad.
19. Tienen el deber de de informar de las cuestiones de interés general.
20. Tienen el deber de rectificar si la información que han transmitido no se adecua a la
realidad.
V. La relación entre los políticos y los partidos
24. Si es conocedor de malas prácticas en el seno de su partido, como pueden ser casos de corrupción o de prevaricación, debe revelarlo a los órganos competentes y, si fuera necesario, a los órganos judiciales.
VI. La relación con la administración de justicia
25. El político tiene la obligación de preservar la autonomía de la administración de justicia a pesar de los propios intereses y de los de partido sin perjuicio del ejercicio libre de la crítica.
26. Tiene el deber de denunciar delante de la justicia las ilegalidades que conoce en el ejercicio de su actividad política.
Firman este código Antonio Argandoña, Norbert Bilbeny, Victòria Camps,Miquel Calsina, Àngel Castiñeira, Cristian Palazzi, Ferran Requejo, Raimon Ribera, Begoña Román, Ferran Sàez, Miquel Seguró, Francesc Torralba y Josep Maria Vallès.con la colaboración de Rosamund Thomas"
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