sábado, 11 de octubre de 2014
KAILASH Y MALALA, OTRO MOTIVO PARA LA ESPERANZA EN MEDIO DE LA CRISIS DEL ÉBOLA.
Hoy el
mundo llora lágrimas de sangre: en países azotados por la crueldad de la
guerra, por una yihad enloquecida que prende con facilidad entre los
marginados; por todo un continente asolado por guerras, hambrunas y
enfermedades: no olvidemos que en África mueren muchas más personas por hambre,
malaria o diarreas, entre otras muchas enfermedades, que por ébola. Pero el ébola
llora lágrimas de sangre, y eso nos asusta cuando también nuestros ojos
occidentales se ven amenazados. Estos últimos días hemos asistido al lamentable
espectáculo de la crisis del ébola en España, en Madrid, en Alcorcón. Un cúmulo
de disparates, de desidia, de prepotencia por parte de nuestros responsables
políticos. Pero en esta crisis deberíamos también preguntarnos la parte de
responsabilidad de cada una de nosotras.
En medio
de los debates televisivos, me impresiona el lenguaje corporal de algunas
invitadas a ellos: cooperantes, médicas que trabajan en Sierra Leona, en
Liberia. Me impresiona la mirada y la sonrisa de esas mujeres, percibo un
enorme contraste entre ellas y el resto de los tertulianos, de los políticos,
de los portavoces. Es la misma mirada de Malala, de Kailash: es la mirada de un
ser humano, compasivo, valiente, auténtico.
Siento
una enorme gratitud hacia esas personas, nos devuelven la esperanza que se abre
a través de tantas lágrimas de sangre.
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