En 1996 siete monjes franceses son secuestrados y asesinados en Argelia. La película “De dioses y hombres” relata los hechos, y sobre todo consigue transmitirnos la lucha interior de esos hombres ante una decisión que les supondría la muerte. Son hombres que dudan, que tienen miedo, que se encuentran ante una encrucijada vital: huir, abandonar el monasterio y a las gentes de la aldea o quedarse y arriesgar sus vidas.
Vosotros sois la rama, nosotros los pájaros ¿qué será de nosotros si os marcháis?_ pregunta un aldeano. Nuestras vidas no nos pertenecen_ se dicen los monjes sabiendo que su decisión está tomada: permanecerán en la montaña, con su gente. Y darán sus vidas por ellos.
En los momentos de duda y debilidad, rememoro las escenas que me conmovieron. El valor, pero también el miedo; el dolor, la angustia, la debilidad, pero también la grandeza humana. La generosidad, el amor hasta la muerte.
“No hay una manera más apasionante de vivir que hacer la vida de los demás más humana y llevadera” leo en el comentario de José Antonio Pagola. Apasionante, pero también dolorosa, pues supone el mirar hacia los demás y el darse sin medida.
En la última escena, los monjes secuestrados caminan penosamente sobre la nieve, vacilantes y apoyándose unos en otros, hasta perderse en la niebla. Así son sus vidas, un salto en el vacío, una apuesta vital. “Nuestras vidas no nos pertenecen” resuena en el silencio, y se tornan luz y esperanza para los que seguimos caminando.
imagen:http//:cineanthony.blogspot.com
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