Hay noches que nos acostamos sintiendo que nos movemos, o arrastramos, en medio del caos. O de un auténtico desastre, de una realidad perversa. Y nos dormimos preguntándonos con qué mañana nos despertaremos, y si no sería mejor unirnos a una mayoría desesperada, o corrompida, donde cada uno al grito de “sálvese quién pueda” trepa y se aúpa como puede sobre los cuerpos caídos de los demás.
Imagen:tom-historiadelarte.blogspot.com
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Aún con los ojos cerrados, antes del amanecer, visualizo la imagen. Si siempre me había cautivado, el verla en la catedral de Toledo me causó un impacto aún mayor. Me refiero al cuadro del Greco “El Expolio”. En la parte superior del cuadro, absorbiendo todo el espacio que rodea a la víctima, el pintor hace el retrato de la perversidad humana más agobiante que recuerdo haber visto. En el centro, el rojo intenso y limpio y la mirada transparente alzada sobre el caos: la imagen de Jesús que tantas veces ha dado respuesta a mis preguntas. A pesar de todo, atravesando el túnel, ese es el lugar donde encontraremos la puerta de la auténtica felicidad. Ese es el sitio donde cada día decidimos estar: nunca con los verdugos o los indiferentes, sino al lado del que sufre, asumiendo su dolor, luchando por aliviarlo. Con la mirada esperanzada alzada hacia el que es la fuente de toda Bondad y toda Fuerza. La fuente de la auténtica Felicidad.
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UN ABRAZO MUY FUERTE Y TU SABES PORQUE.
ResponderEliminarADELANTE