El Euro se tambalea, Europa da bandazos, el mundo tiembla, o se prepara para un terremoto económico, social, medioambiental. Y en medio de esta terrible crisis nos los encontramos a ellos y a ellas: hombres y mujeres, jóvenes y no tan jóvenes, que nos dicen con una conmovedora convicción que cuando lo han perdido todo, cuando su antiguo modo de vida se ha venido abajo, han encontrado un modo de vivir que los hace mucho más felices. Me estoy refiriendo a personas afectadas por los desahucios que dedican su tiempo a ayudar a los demás afectados. Personas que deciden estar en el lado correcto: el de los oprimidos.
Recuerdo (hace ya muchos años) el tiempo que pasé en Rwanda, y cómo al conocer a ese pueblo y su forma de vivir, empecé a sentir que me sobraba todo: la colcha, las sábanas, el colchón, la cama. Ellos dormían sobre unas esteras que extendían en el suelo de tierra de sus chozas. Y dormían (no conocí a nadie que necesitase pastillas para dormir). Más tarde, al regresar a lo que llamamos civilización, volví a recuperar mis “necesidades” y a ser de nuevo abducida por un mundo artificial oprimido por un sinfín de cosas innecesarias.
“Habéis vivido por encima de vuestras necesidades”, nos dicen los que nos controlan ( o eso intentan) y quizás apunten lo que he dicho arriba para convencernos de que tenemos que conformarnos y vivir más austeramente. Se equivocan: creo descubrir la falacia de su argumento que no comparto en absoluto. Porque lo que pretenden es que sigamos siendo una masa resignada, que aceptemos un nuevo orden en el que tengamos que conformarnos con consumir menos: justo lo necesario para mantener funcionando el sistema del que se alimenta su sed insaciable de riqueza. Como esos narcotraficantes que mantienen su ejército de pequeños camellos proporcionándoles la dosis necesaria para que continuen esclavizados.
Hemos nacido para ser felices, pero la Felicidad no es la zanahoria tras la que pretenden que corramos. La felicidad esta en el desarrollo del ser humano, el desarrollo integral, que supone la comunicación enriquecedora con los demás y el disfrute de la Naturaleza. Algo totalmente opuesto al modelo de sociedad en el que nos encontramos. Ser felices, aunque nos lo quiten todo, compartiendo la lucha con los que sufren; ser felices, durmiendo sobre una estera en el suelo cuando el sol se oculta y despertando al alba, caminando descalzos sobre nuestra tierra. . Es posible ser felices en tiempos difíciles. Quizás esta crisis sea una oportunidad única de descubrir lo que realmente significa ser felices y de comenzar a luchar por la auténtica felicidad para nosotros y nuestros hijos.
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