¿ES POSIBLE SER FELIZ EN TIEMPOS DIFÍCILES?(3)
Cuando la vida se convierte en un infierno (¡tantas veces, para tantos y tantos seres humanos!) En esos momentos¿en qué podemos seguir creyendo? ¿en qué palabras, en qué promesas? ¿en qué personas?
En quien nos estrecha la mano, a nuestro lado, y se estremece con nosotros, con nosotros llora y pelea, sufre y muere. En esa palabra sí, en ese hombre o mujer, sí.
“Los Hombres compran cosas hechas en los mercados. Pero como no existen mercados de amigos, los hombres ya no tienen amigos” le explica el zorro al Principito. Los mercados, el dinero, la compra-venta, la envidia, la competitividad salvaje, y la soledad: el mal de nuestro siglo. Y la infelicidad.
Creíamos que habíamos conquistado el paraíso cuando nos topamos con una crisis que desbarata todas nuestras ilusiones como humo; nuestro paraíso Occidental se esfuma, porque los otros, los habitantes del Tercer Mundo, se conformarían con poder alcanzar algún día nuestra crítica situación actual. Caen máscaras, y el hombre vuelve a ser, o a mostrarse, como un lobo para el hombre. Todo se tambalea, también nuestra fe en nosotros mismos, en nuestro futuro. Hoy estamos pendientes de que se anuncie nuestro rescate ( dulce rescate, lo llama la prensa favorable al gobierno)
Pero son esos momentos los momentos de la esperanza, en los que se alumbra lo más digno del ser humano: la solidaridad, la empatía, la fuerza y el coraje.
El filósofo existencialista Albert Camus nos habla de este coraje en su obra maestra La Peste. La ciudad de Orán asediada por la epidemia es una magnifica metáfora de la Humanidad condenada al sufrimiento y a la muerte. Entre todos los personajes, Camus nos ofrece una respuesta en boca del protagonista, el doctor Rieux, que renunciando a ser Dios, se esfuerza en ser un médico, y solidarizándose con los apestados, comparte su condena y lucha por aliviar sus sufrimientos. Y a través de Tarrou, amigo y compañero del doctor en su lucha contra la enfermedad, que aún sin creer en Dios, cree en la simpatía, en el sentir con los demás, y en la ternura humana. Afirma que en el mundo existen las plagas y las víctimas y que en la medida de lo posible hay que rechazar estar del lado de las plagas. Y así, Tarrou es una de las últimas víctimas de la Peste y muere cuando la enfermedad comienza a remitir.
Es esta grandeza humana que descubro en muchas personas, creyentes o no, la que mantiene viva nuestra esperanza. Por eso, hoy más que nunca, tenemos que despertar, tenemos que creer en el ser humano que somos, tenemos que unirnos. No somos mercancía en manos de políticos y banqueros, como grita el 15M. Podrán aplastarnos, podrán incluso matarnos. Pero nunca nos vencerán.
Imagenes. Daniel Vendrell Oduber; Javier Oduber Muntaola
que soy Miguel
ResponderEliminarJoooooder Dolores, de verdad, ....mejor me callo
simplemente GENIAL
Lo voy a poner en equo madrid sur
por cierto se sigue sin ver tu blog. mecaguenlaleche, algo le pasa a tu blog que MERECE se vea en muchos sitios
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