Porque eres todo. Existes, estás vivo. No te duermas, si te duermes te mueres.
Hay muchos muertos entre nosotros, y no porque esté de moda todo lo relacionado con los zombis, sino porque a muchos se les ha parado el corazón, o lo que sea que hace sentir la vida como un todo y sentir la vida de los otros como tu propia vida. La compasión, de la que habla el budismo o el cristianismo, o el Islam, o la fraternidad de agnósticos y ateos, o la empatía.
Estos zombis están entre nosotros, disfrazados, pero detrás de su aspecto pulcro se trasparenta su verdadero aspecto de muertos vivientes. Son poderosos, son ricos, son famosos, manejan las leyes a su favor, mandan a sus lacayos a limpiarles el camino, beben la sangre de los vivos. Se sientan en tronos, en parlamento, en tribunales, se coronan de tiaras y oro, se llaman sabios, santos y entendidos, pero están muertos. Se empeñan en convencernos de que somos insignificantes, ignorantes, perezosos e inútiles, de que no podemos nada contra ellos, que están haciendo lo que hay que hacer, como Dios manda.
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