Ayer, 9 de noviembre 2012, el cardenal Rouco Valera advirtió en la catedral de la Almudena la obligación de las administraciones a velar por los más débiles y a proporcionarles las ayudas oportunas. ¡Ah, sí! Ahora sí: de la mano de jueces y partidos, especialmente del partido que está en el poder. Pero ¿dónde estaba el 29 de junio, cuando un grupo de desahuciados se refugió en la Catedral pidiendo ayuda? ¿dónde estaba cuando hombres armados entraron en el templo y amenazaron a los afectados con detenerlos? ¿dónde estaba cuando unos 20 furgones policiales rodearon la Catedral y arrinconaron a unas treinta personas que apoyaban pacíficamente a los encerrados? Furgones enviados por la misma autoridad que se contentó con encargar a unos 14 policías la seguridad de miles y miles de jóvenes en el Madrid Arenas, entre los que ha habido fallecidos. Sabemos dónde estaba: al lado de la autoridad, de esa misma autoridad.
Pero ese Jesús que predica estaba allí, con los encerrados a los que echaron a la calle, y con esos que califican ustedes de perroflautas, los que han estado desde el principio con los más débiles.
No hay comentarios:
Publicar un comentario