Más de una vez lo he observado: no pretenden ayudarte sino convertirte en uno de los suyos, y ni mucho menos colaborar contigo potenciando tus propias fortalezas. Lo he observado en militantes de partidos politicos, iglesias, sindicatos…su finalidad es aumentar sus afiliados.
Por eso me siento tan a gusto en EQUO. Y me explico: EQUO pretende ser una alternativa social y económica; es un partido político con vocación de ocupar un puesto en el escenario político para lo que necesitará votos. Pero aquí el orden de los factores si altera el producto:
A: participamos en la realidad para cambiarla, para regenerarla y contribuir a un sistema social y económico más justo para todos nuestros conciudadanos y para las generaciones futuras, por eso apostamos por la ecología, por el desarrollo sostenible, y trabajamos hombro con hombro con los movimientos ciudadanos.
B. Para conseguir A intentamos hacernos un puesto en el panorama político.
A es la meta, B el medio.
Somos un pequeño partido, ni siquiera somos aún oposición. Pero estamos ahí, y pienso que simplemente con eso contribuimos a hacer el sistema un poco menos malo.
Comentaba hace unos años con una amiga de Amnistía Internacional (hoy también compañera de EQUO, después de una charla en la que alguien cuestionó la eficacia de su lucha) que no se alcanzan todas las metas, por supuesto. Pero que es fácil imaginar hasta qué punto la realidad sería despiadada si no existieran esas voces que denuncian tantos atropellos.
Quizás algún día estemos en el gobierno, o simplemente en la oposición; trabajamos por ello, pero lo que nos importa es estar ahí, críticos y sobre todo creativos, conscientes de que por el mero hecho de existir estamos contribuyendo al cambio. Si no podemos crear el paraíso, al menos acondicionamos el infierno.
Ayer fue nuestro segundo cumpleaños. No me cuento entre los pioneros, pero me siento ya una más del equipo, cada día más convencida de que se trata de una buena opción.
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