sábado, 19 de abril de 2014

PUNTO DE ENCUENTRO


“¿Dios es de todos?” me preguntó con cinco años. Sí, Dios es de todos, le contesté. Y aprendí mucho de su pregunta infantil.

Aprendí el sentimiento de exclusión de tantas personas que provocan las religiones: exclusión del punto de encuentro que debería suponer el sentimiento religioso, la espiritualidad.


No reniego de la religión, no pretendo que nadie lo haga. Reniego de su perversión, de su manipulación, del carácter exclusivista que hace que una religión se presente como el único camino, hasta el punto de condenar a toda persona que no la admita como la única verdadera. Me horrorizan los crímenes cometidos en nombre de Dios, a lo largo de toda la historia hasta nuestros días.

Soy cristiana, creo en Dios, creo en Jesús. Agradezco a las instituciones que han conservado y trasmitido a lo largo del tiempo el Evangelio, pero es justamente esta buena noticia la que me hace comprender que Dios es todo eso que me han enseñado, y es mucho más: y en ese más nos encontramos todas. No puedo pensar en Jesús más que como ese infinito, inmenso, gozoso, punto de encuentro.

Más allá  de las distintas percepciones e intentos de explicar lo inexplicable, más allá de todo lo que nos diferencia y nos enfrenta, más allá de tanto dolor y sufrimientos que padecemos y que también provocamos, más allá está ese punto de encuentro, ese abrazo que nos devuelve la inocencia. Nos devuelve la esperanza, el coraje de seguir, de aceptar nuestra tarea y hacerla de corazón sabiendo que no estamos solas. Yo le llamo Jesús, pero sé que hay tantos nombres como estrellas en el cielo. Porque sé que es de todas.
                                  

Feliz Pascua.

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