Como cada semana, os ofrezco una página de mi novela Miel de acacias. Un viaje por el desierto, una búsqueda del sentido del dolor.
Si queréis apoyar a pequeñas editoriales que apuestan por este tipo de literatura como Queimada o a librerías alternativas, espacios abiertos como Traficantes de sueños, buscad esta pequeña obra en sus estantes.
"-¿Quién es?- le
había preguntado a nuestro guía al segundo día de nuestra llegada.
-Es el nieto de
nuestro cadí, del anciano- me respondió.
No dijo nada más, no se explayó en mil
explicaciones como solía hacerlo cada vez
que Pablo o yo le preguntábamos sobre la más insignificante cuestión: el
nombre de los arbustos que se extendían a nuestro paso, de los diminutos brotes
que surgían de la arena, de las lagartijas que se asomaban entre los guijarros,
o las aves que surcaban el cielo abrasador; el por qué de la polvareda que se
divisaba en la línea del horizonte anunciando el paso de las gacelas, o del
perfil de las dunas que avanzaban a lo
lejos arrastrándose sin tregua sobre el manto rocoso empujadas por el viento. El nieto de nuestro
cadí, fue la única explicación que nos dio sobre aquel muchacho, y su concisión
no hizo sino aumentar mi curiosidad.
Desde aquel
primer crepúsculo hasta la madrugada en que lo vi partir, él fue una constante
presencia, como las dunas lejanas, o el sol en lo alto, o el refrescante rocío
que parecían destilar las estrellas. Me despertaba cada madrugada, me desasía
del abrazo de Pablo y me deslizaba hasta la puerta de nuestra tienda, y allí
permanecía acurrucada con los ojos hinchados por el sueño oteando el perfil de
las otras tiendas hasta distinguir la figura del anciano y de su nieto y oír el
susurro de sus letanías. Alá el Misericordioso, Alá el Clemente. Cerraba los
ojos y me acunaba balanceando mi cuerpo, y repetía el nombre de mi hija, Laura,
Laura, una y otra vez. Alguna vez Pablo se había levantado y había rozado mi
hombro, pero nunca interrumpió aquel rito del amanecer. Esperaba, hasta que yo
volvía a recostarme junto a él y a hundir mi cara húmeda en su pecho".
(Miel de Acacias, Editorial Queimada, página 61.)
Disponible en librerías, en la librería Traficantes de sueños
C/ Duque de Alba, 13
28012 Madrid
Tf. 915320928
Metro Tirso de Molina
http://www.traficantes.net/
Disponible en Amazon
No hay comentarios:
Publicar un comentario