A veces nos debatimos entre los opuestos: ¿calma o prisa? ¿ reconocer que nos están manipulando o aceptar que son las reglas del juego? ¿ luchar o rendirse?
El paso del tiempo quebranta nuestras fuerzas físicas y mentales, y tendemos a caminar más despacio, e incluso a aconsejar calma a las personas más jóvenes. "Vísteme despacio, que tengo prisa", dice la sabiduría popular. Pero al mismo tiempo percibimos que el tiempo se acaba y que hay oportunidades que pasan muy raramente. Entre ellas la oportunidad de la paz y sus raíces, la justicia y la libertad.
El Daesh y el horror que impone a su paso arrebatando la dignidad a las personas y la propia vida sin ningún escrúpulo; los nacionalismos, como el giro a la Ultraderecha del Pueblo Francés votando al Frente Nacional; la ceguera y la indiferencia ante el evidente Cambio Climático y sus consecuencias sociales (curioso: no se habla de ello, y estamos en plena Cumbre Mundial, en nuestros debates televisivos). Y la desesperación de gente próxima que no ve salida a una situación de empobrecimiento: sin vivienda, sin casa, sin trabajo no pueden ya esperar más. ¿Podemos esperar o tenemos que darnos prisa?
En esta situación nos encontramos a pocos días de unas elecciones generales en nuestro País. Nos dan la posibilidad de votar, de elegir, y nos preguntamos si esta posibilidad es real. Porque vamos aprendiendo que nada es lo que parece, o casi nada ¿Quién financia al Daesh, a quién le interesa la guerra de Siria, o la de Irak, y a quién le interesa ocultar los efectos de nuestro modo de vida en el Clima y en consecuencia en nuestra propia vida? ¿Quién mueve los hilos para que se organice tal o tal debate? ¿Reconocemos que están jugando con nosotras y les damos la espalda o aceptamos las reglas (tramposas) de este juego?
Y ante todo esto, el dilema principal: luchar o rendirse. El impulso vital del individuo y de la especie nos empuja a no rendirnos jamás. Rendirse, nunca. Luchar. Pero la gran pregunta es ¿cómo? Y aquí busco una respuesta en la historia y en las grandes personas que la transitaron: la paz es el camino, y la justicia, la igualdad, la fraternidad. Nos salvamos todas, o todas nos hundiremos, es cuestión de tiempo y quizás no de tanto tiempo.
A pesar de todo, sigo esperando en este impulso vital femenino de nuestra especie y en personas capaces de liderarlo, en personas que se han metido en el sistema e intentan salvar el barco que se hunde. Por eso votaré el 20D, por si es la penúltima partida de la democracia.
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