Desde el fenómeno del 15M he pensado que existía otra forma de hacer política donde la participación ciudadana y la horizontalidad debían ser rasgos esenciales. La aparición de Candidaturas de Unidad Popular, de partidos como Podemos, o EQUO, que lleva trabajando de modo horizontal y participativo desde su creación hace 4 años, son la consecuencia lógica de este cambio de modelo político. Pero como todo cambio innovador, está sujeto a errores. Estos errores, sin embargo, no deberían llevarnos a tapiar la nueva vía abierta y volver al camino trillado, sino a corregirlos para seguir avanzando.
Pienso que lo sucedido en Cataluña con el resultado del extraño empate en la asamblea de la CUP es uno de esos errores.
Un grupo de personas deciden embarcarse en un viaje. Antes de emprender el viaje, deliberan el destino que quieren alcanzar, se proveen de todo lo necesario, y se organizan para llevar el barco a su destino. Anuncian abiertamente ese destino al que apuntan sus esfuerzos y las condiciones para alcanzarlo y para embarcarse en el grupo, aceptando a todas aquellas personas que quieran unirse en ese viaje a Ítaca. Durante el viaje oirán voces de sirenas, serán atacados por cíclopes y magas, pero permanecerán unidos por una utopía compartida. Cambiar de destino supondría una traición a los que se embarcaron soñando con esa tierra, a los que se empeñaron y dejaron atrás otras patrias.
Pues bien, en esta fábula el destino significa el programa. Por desgracia no se le presta suficiente atención: es en el programa donde debe darse la máxima participación, es el programa el modelo social y económico, la nueva tierra, a la que se pretende llegar. Entre todas se fija, y se expone abiertamente para conocimiento de todas las personas que quieran embarcarse en la tarea de edificar esa nueva ciudad. Y una vez se emprende el viaje, una vez las personas deciden con su activismo o simplemente con su voto, que ese es el programa, el destino que desean, se emprende el viaje. Nunca se puede decidir en contra del destino, de lo que todas decidieron, ni mucho menos está decisión debe quedar abierta a extraños ajenos e incluso enemigos de dicho destino. Esto es lo que ha ocurrido en la votación de la CUP en Cataluña, y en otros casos de experiencias semejantes. Es el peligro de las asambleas abiertas, sin ningún tipo de censo o de control serio de las personas que deciden, o abriendo espacios de decisión sobre asuntos que suponen un cambio de rumbo. Por ejemplo, el respeto a los DDHH, o la protección del medioambiente, para partidos como EQUO : nunca podrá estar abierto a debate nada que atente contra estos principios que son esenciales en el programa. Se podrá debatir el cómo, nunca el qué.
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