Urge la Ley de Emergencia Social, insiste Pablo Iglesias. Se trata de establecer por Ley medidas para proporcionar a las personas el marco para una vida digna: vivienda, recursos imprescindibles, sanidad. Es justo empezar por estas medidas. Pero conviene no olvidar que lo que devuelve la dignidad a las personas es tener un empleo digno. Y para ello hay que concluir lo antes posibles el circo electoral y ponerse cada una a su tarea: los políticos a legislar para crear el marco justo y equitativo que permita a todas las personas vivir con dignidad.
Pienso en lo que está sucediendo en Cataluña, y de rebote en toda España, y siento una profunda indignación. Que de un censo de votantes de más de 5 millones de personas, poco más de 3.000 personas tengan en sus manos el destino de la mayoría, en debates que terminan en empates de 1515 contra 1.515 me resulta incomprensible. Mientras, la Comunidad está al borde de la quiebra. Carece de lógica, de mesura, de la mínima cordura. Es un lamentable, por no decir doloroso, espectáculo.
No estoy en contra del derecho a decidir de los pueblos, no temo la ruptura de un país, no estoy en contra de la nueva política de participación ciudadana: estoy en contra de la locura y el absurdo.
Si realmente amamos a nuestro país, llamémoslo España o Cataluña, si realmente nos importa la gente, nuestra gente, pongamos un poco de cordura y mesura a los procesos. Si las nuevas formas de hacer política no ponen medidas de sensatez que impidan que se repitan situaciones como la de Cataluña, matarán uno de los intentos más esperanzadores por crear un sistema social y político en el que toda la ciudadanía alcanza su madurez participativa.
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