lunes, 24 de septiembre de 2012

COMPASIÓN Y EMPATIA ¿DEBILIDAD O FUERZA?

Compadecer: (del latín cum juntamente y pati: sufrir, soportar); empatía (del vocablo griego antiguo εμπαθεια, formado εν, 'en el interior de', y πάθoς, 'sufrimiento, lo que se sufre'), capacidad cognitiva de percibir en un contexto común lo que otro individuo puede sentir. También es un sentimiento de participación afectiva de una persona en la realidad que afecta a otra. Ambas palabras están muy próximas entre si según su etimología. La nueva palabra, empatía, (que no está recogida en muchos antiguos diccionarios) supone un paso más en lo que supone la compasión: ya no es sólo sufrir con, sino sufrir en.
            “El cristianismo ha sido considerado por algunos filósofos como la religión de los débiles_ escribí en mi ensayo La opción positiva_ Nietzche decía que los débiles y los fracasados deben perecer y que más perjudicial que cualquier vicio es la obra de misericordia con toda suerte de desgraciados y débiles, el cristianismo.[1] Y no lo consideran así únicamente él y aquellos filósofos que teorizaron sobre ello, sino que esta idea está presente en el pensamiento moderno aunque no siempre se explicite. Basta con observar cómo se considera signo de estupidez actos de bondad y por el contrario como se aprecia la astucia del que sabe medrar aún a costa de un comportamiento deshonesto. El ejemplo de líderes políticos, de hombres públicos, los constantes escándalos de corrupción y abuso de poder no hacen más que poner de manifiesto lo que acabo de señalar”.
            El dilema entre la compasión y la empatía por una parte y el “sálvese quien pueda” por otra,  es más apremiante en momentos de crisis como el actual, y aquí quisiera volver a insistir en la fuerza y la lucidez que supone la auténtica compasión y la empatía.
            Lucidez, porque presuponen el conocimiento profundo de ser parte de un todo, como las células son parte de un organismo unitario. El bien de uno es el bien de todos, el sufrimiento de uno es el sufrimiento de todos. Lo contrario nos transforma en tumores malignos que nos destruyen. La misma naturaleza nos ha dotado de mecanismos para “sentir” esta realidad, y se ha demostrado científicamente que el altruismo, la generosidad, desencadenan mecanismos que producen satisfacción. Pero, por desgracia, tenemos ojos y no vemos, tenemos oídos y no oímos; tenemos corazón y no sentimos. O consideramos debilidad el hecho de sentir.
            La verdadera compasión y la empatía no son debilidad, son la mayor fuerza que existe. No es el sentimiento de plañideras y cobardes, es el  motor que nos hace salir de nosotros mismos para identificarnos con el Motor que mueve el mundo: la Fuerza Creadora del Amor. Es la Fuerza Maternal que no sabe de obstáculos ni barreras, que no se rinde jamás. No, no es el dinero el que mueve el mundo. El dinero es un ídolo perverso que ha embrutecido nuestro corazón y abotargado nuestra conciencia. Los que están esclavizados a él se creen los amos del mundo. Pero solo es libre el que es el amo de su propio corazón.
Imagen: blogdecine.blogspot.com



[1] “…los débiles y los fracasados deben perecer, primer principio de nuestro amor a los hombres. Y hay que ayudarles a ello. ¿Qué es más perjudicial que cualquier vicio? La obra de misericordia con toda suerte de desgraciados y débiles, el cristianismo…” Johannes Hirschberger, Nietzsche, segundo aforismo del Anticristo. Historia de la Filosofía, , Editorial Herder,   Barcelona 1967, pag.333

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