domingo, 27 de diciembre de 2015

La tierra se mueve, y no es el ombligo del Universo.

   Hay muchas posibilidades de que haya vida en otros planetas, en otros sistemas solares, en otras galaxias. Los científicos se afanan en descubrir señales de vida inteligente en el Universo. ¿Para qué? podríamos pensar. Quizás simplemente par conocer mejor quiénes somos, para tener otra perspectiva de nosotras mismas, demasiado acostumbradas a creernos el ombligo del Universo.
   Hemos construido nuestra cosmovisión creyéndonos ese centro, y un centro estable y duradero. Y de ahí nuestro modo de vida, nuestros sistemas económicos y sociales. De ahí también nuestras neurosis y nuestro desconcierto: porque en un rincón de nuestra conciencia algo nos dice que no es así: que nada es seguro, que nada es estable, que nada es duradero, aun sin percibir cómo la tierra a nuestros pies es un planeta errante como todos los demás flotando en el Universo.
   Todo se sostiene en un equilibrio de fuerzas y atracciones, todo danza siguiendo pautas que no podemos ni remotamente imaginar, todo se deshace y se rehace, y una misma energía se transforma sin cesar. Y en medio de esta danza, de esta sinfonía, ¿qué somos? No podemos entender lo que somos sin entender en el seno de que realidad nos movemos, esa realidad infinita de la que participamos. 
   Cerramos los ojos de nuestro interior, y nos volvemos a la vida cotidiana, a los quehaceres y al olvido. A veces por miedo al abismo no nos atrevemos a levantar los ojos al infinito y descubrir nuestra verdadera medida. O bien podemos pensar que estas elucubraciones solo sirven para alienarnos y distraernos de nuestras tareas. Sin embargo, pienso que es todo lo contrario: intuir, aunque sea de lejos, lo que somos, nuestra verdadera medida y nuestra verdadera situación inestable, debería aportarnos serenidad y no por eso dejaríamos de realizar nuestras tareas cotidianas, al contrario, le daríamos su verdadero valor. Intuiríamos por qué y para qué, y desaparecería la tensión entre la conciencia reprimida de lo que realmente somos y lo que pretendemos ser. Vivimos una mentira. Y la verdad es mucho más hermosa. 

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