domingo, 22 de noviembre de 2015

¿Por qué las declaraciones sobre empatía por parte de Manuela Carmena producen tantas reacciones?

 "La guerra es el mayor atentado a los derechos humanos y lo que impide el desarrollo social, económico y personal. Tenemos que hacer un esfuerzo para quitar de nuestros conceptos y de la imaginería el concepto de guerra". "Para evitar este terrorismo y cualquiera es fundamental trabajar muchísimo en lo que siempre se debe trabajar, para la paz, y es en el diálogo y en buscar alternativas para hacer posible que haya una empatía, para intentar ver en el otro a un ser humano, y hacer lo imposible para lo que lo llamo la educación para la paz"_ son las declaraciones de Manuela Carmena a raíz de los atentados del 13 N en París que tantas críticas han provocado en ciertos sectores de la prensa y la política de nuestro país: no es de extrañar, empatía es el concepto más antagónico a la concepción del mundo del neoliberalismo.
Pero aquí y ahora, como en otros muchos momentos y lugares de la historia humana, solo la empatía nos da las claves y las soluciones para la construcción de una sociedad civilizada.


"Hace unos meses me encontré con Mahuku, el joven cocinero de la misión. Era casi un niño cuando empezó a trabajar con nosotras y me alegré de verlo a la puerta de la misión. Cuando le llamé se volvió hacia mí, al principio creí ver una expresión de alegría en su cara, pero luego bajo la cabeza como si se avergonzara.
 _ Mahuku ¿cómo estás? Pero ¿qué te ocurre?
El se obstinaba en bajar la cabeza sin poder disimular el llanto.
Después del horror del genocidio, Ruanda intentaba recomponer su alma rota, y muchos eran los que confesaban sus crímenes esperando el perdón de sus víctimas. El pueblo se aferraba al ritual de purificación, a la catarsis nacional, para intentar liberarse del peso abominable de las atrocidades cometidas. Yo escuché la confesión de Mahuku. A veces me resultaba insoportable, lloraba con él, lloraba por Clara y Uimana, sentía toda la repulsión que puedas imaginar por el animal salvaje que estaba junto a mí, y al mismo tiempo una profunda compasión por el ser humano que luchaba por resurgir desde el fondo de aquellos ojos inyectados de sangre...

... A veces deseaba parar, pero el jefe siempre les ordenaba seguir, matar, golpear, violar. De pie sobre la capota del jeep con sus botas negras embarradas, les gritaba que eran los dueños, los amos, los nuevos dioses. Era mentira, él ahora no era ya ni un hombre. Al principio lo creyó, la primera vez que violó a una muchacha, casi una niña. Sentía todo su vigor cuando la desgarró, el placer le llegó hasta la garganta y le hizo gritar, quería seguir cuando empuñó el machete y le cortó el cuello. Tenía sed, y tuvo que emborracharse hasta perder el conocimiento. Su capitán los empujaba sin descanso, quizás a él se lo ordenaban todos los malos espíritus del bosque que se habían enfurecido contra los vivos. Se apartó del grupo y dejó que la cerveza agria le llenara la boca, resbalara por su barbilla y le abrasara el estómago. Pero siguió teniendo sed, hasta que cayó borracho sobre el fango..."

Mi hermosa Ruanda, Dolores Vendrell,  página 213, Editorial Universo

Disponible en Librería Traficantes de sueños
C/ Duque de Alba 13, Madrid
Metro Tirso de Molina

Librería Vizcaya
C/ Vizcaya nº 4
Alcorcón

jueves, 19 de noviembre de 2015

Radicales: tenemos que anclarnos en nuestra raíz.

No es la hora de la guerra, ni es la hora de rendirse: es la hora de la razón y la voluntad férrea por la justicia y la paz.
Por encima de toda diferencia, somos humanos; esa es la patria común, la casa de todas las personas: contra el fanatismo y el integrismo.
El tesón de cada una por seguir, cada una en su parcela, la suma de todos los pequeños pasos por la justicia y la paz, esa es la esperanza.
Cuanta más oscuridad haya en el túnel, más coraje y tenacidad tenemos que tener para caminar hacia la salida. Y en este camino es preciso afianzarnos en una profunda motivación, en una raíz anclada en el núcleo de nuestro ser que nos haga resistir y mantenernos firmes ocurra lo que ocurra a nuestro alrededor. En la era de la superficialidad y la inmediatez, hay que insistir en la necesidad de esta radicalidad ( de raíz) y en la necesidad de un cultivo lento y duradero, desde la infancia. La educación es la pieza fundamental, la educación en valores y en una nueva "espiritualidad", que no es un concepto ligado a "religión" sino a humanidad. Y en esta educación, todas somos responsables, comenzando por una revisión de nuestra propia raíz.

martes, 17 de noviembre de 2015

Los refugiados ¿desde cuándo, hasta cuándo?



Mi hermosa Ruanda
"...Los altavoces nos invitan a dirigirnos a la puerta de embarque. Una vez más. No es la primera vez, hemos viajado a Ruanda en varias ocasiones, formando parte de equipos de Médicos del Mundo. A Ruanda, o a Angola, o al Congo. Estallan guerras, y revueltas, y el pueblo vaga de nuevo descalzo por los caminos con un hatillo sobre la cabeza. De un campamento de refugiados a otro. Pasamos algunas temporadas intentando aliviar sus sufrimientos. Pero siempre dando un rodeo por Kyumba, para aspirar el olor de las lilas junto a los restos de Clara y Uimana, y para charlar con África, que es ya toda una mujer ruandesa..."

(Mi hermosa Ruanda, Editorial Universo, página 213)
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Disponible en la librería Traficantes de sueños
C/ Duque de Alba, 13
28012 Madrid
Tf. 915320928
Metro Tirso de Molina
http://www.traficantes.net/

domingo, 15 de noviembre de 2015

Estamos en guerra, hagamos la paz.

Hemos oído estos días declaración de guerra. Estamos en guerra.La guerra se presenta como el medio para salvaguardar la civilización. Pero la guerra es la antítesis de la civilización.La guerra, cualquier guerra, es la mayor expresión de la barbarie.

Ante lo ocurrido en París la noche del viernes 13, entiendo las reacciones de miedo, desconfianza, ira y venganza, pero creo que estos sentimientos pueden provocar la verdadera derrota: la noche de la razón y la civilización y el imperio de la guerra. Entiendo que usemos todos los medios para defender y proteger a los ciudadanos ( a todos los ciudadanos) pero no podemos dejarnos derrotar, desgarrar, crear muros de ira e intolerancia, de integrismo de uno u otro color.

Si quieres la paz, prepara la guerra, defienden los belicistas. Pero se olvidan que la paz es el camino, el único camino para la civilización humana.
No es la hora para declarar la guerra, es la hora para trabajar por la paz. Todas las personas somos responsables, nadie puede quedar indiferente: todos somos vulnerables, vulnerables de ser atacados por los lobos salvajes, vulnerables de convertirnos en lobos sanguinarios.
Construir, reconstruir la paz en un mundo herido, es la responsabilidad de todos los líderes mundiales, los líderes de todas las religiones, los líderes políticos o culturales, todas las personas capaces de conducir a otras, de modo muy especial los profesionales de la educación, los padres y madres, todas las personas anónimas. Construir la paz significa trabajar por la justicia y la igualdad, por la libertad y solidaridad entre todas las personas, el respeto a los Derechos Humanos Universales, el respeto a la diversidad cultural y religiosa, el profundo respeto a la dignidad de todas las personas.
Las guerras, lo sabemos, son semillas de guerras. La justicia, la libertad, la fraternidad, son las únicas semillas de la paz.


sábado, 14 de noviembre de 2015

Ya están dentro. Y no me refiero a "los extranjeros"

Lo ocurrido estas últimas horas horas en París no puede dejar de conmocionarnos.
Me horroriza lo ocurrido, esas personas sorprendidas por sus verdugos sin saber por qué se les arrebataba la vida, muchos de ellos jóvenes, disfrutando del comienzo del fin de semana.
Me horroriza imaginar la mirada de los asesinos, y sus sentimientos. Un pozo negro y pervertido.
Me horroriza pensar en el veneno que los pervirtió, seguro que son también jóvenes, que han cambiado el gozo de vivir por la ira, viernes de ira.
Y el grito de Dios es grande, me espanta como la mayor y perversa blasfemia (como me espantan otros gritos que enaltecen a un pueblo, una bandera o un rey por quien morir o matar).
La intolerancia, el fanatismo, la ira, la crueldad, el lobo que despierta en la noche más oscura: lo más temible. Es ese lobo dormido lo que más me espanta, porque pienso que duerme en lo profundo de todas nosotras y despierta en las noches de la civilización.
Podemos cerrar las fronteras, construir muros: olvidamos que ya están dentro, y no me refiero a los "extranjeros", me refiero a los lobos que están dentro de cada una de nosotras. No hemos sabido defendernos de estos lobos, y no hay muro que los detenga.

jueves, 12 de noviembre de 2015

Reservas humanas, ¿hasta cuándo?


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Qué ocurrirá si, como predicen los científicos, vastas zonas del planeta se tornan inhabitables por efecto del cambio climático, ya sea debido a las inundaciones o a la desertización y oleadas de poblaciones se ven forzadas a desplazarse en su afán de sobrevivir? ¿Podrá convertirse la mitad del planeta en un campo de refugiados? 

(La opción positiva, Editorial Absalón, 2011 página 154)





Hace treinta años que hombres, mujeres y niños saharauis viven en campos de refugiados, muchos han nacido allí y no han conocido su patria. Hace unos días supimos de la situación en que vivían a causa de las fuertes lluvias: muchos habían perdido sus hogares y sus alimentos.

Y ahora, se levantan nuevos campamentos para refugiados sirios, afganos... ¿Nuevas reservas humanas? ¿Hasta cuándo, desde cuándo? ¿Es esta la solución?
Personas sin patria, pueblos errantes, o hacinados en reservas.
Y detrás, las guerras, el cambio climático, el rumbo errático de los actuales  modelos económicos, sociales y políticos.

Imagen: grullaseneldesierto.blogspot


martes, 10 de noviembre de 2015

Mi hermosa Ruanda, una historia de amor.

En la semana del amor, que prepara el Congreso del Amor con Mayúscula en Teruel el 13, 14 y 15 de este mes en Teruel.

(Del cuaderno de Uimana, traducido del kinyaruanda y del francés por Inés)

 Mis brazos y mi espalda son fuertes. Tengo las manos encallecidas, y el corazón. Sólo entre los brazos de Jorge puedo ser suave y tierna como un niño. Cada noche, rebusco en mis recuerdos la imagen de mi madre: su expresión altiva, su frente marcada con el hierro al rojo vivo y el hueco de su ojo izquierdo que tanto miedo me daba cuando era niña; y el calor de su mano cuando me acariciaba y me decía que no tuviese miedo, que ella me vigilaba con su único ojo sano y los espíritus de los muertos velaban mi sueño. Estrecho de nuevo el amuleto y murmuro el nombre de mi madre antes de levantarme para encender el fuego y colocar sobre el fogón el agua para preparar mi cena. Tomo un puñado de harina de sorgo y la voy mezclando lentamente con el agua. Está anocheciendo.

Después de cenar me asomo al platanar. Todas las hogueras se han apagado y sobre la oscuridad de las chozas sólo se oye el paso del viento entre las hojas de los plátanos y las espigas de sorgo. Yo no tengo miedo de la noche. Sé oír las voces de la tierra. Mis ojos recorren el camino y la ladera suave de la colina, hasta la explanada donde una luz señala la presencia de los hombres blancos y sus casas de ladrillo. El recuerdo de las largas charlas con Jorge y con Clara bajo las estrellas me llena de nostalgia y vuelvo a entrar en mi choza para acurrucarme sobre la estera. No siento la dureza del suelo y de nuevo la añoranza de la ternura de Jorge me hace encogerme como un niño pequeño, o como antes, cuando descansaba en el vientre de mi madre donde no existían las fronteras y todo era un cálido abrazo. Como hundirse en el mar, así es el recuerdo del cuerpo de Jorge y su abrazo; “Uimana, Uimana”, me susurraba, y ahora creo oírselo a las olas, primero aspirando todo el aire del mundo, después dejándolo escapar despacio hasta pronunciar un nombre único. Porque así me veía reflejada en la mirada de Jorge: única, y al mismo tiempo como si contuviese toda mi tierra. Mi hermosa Ruanda. Alargo la mano sin abrir los ojos y acaricio de nuevo la imagen del mar. Por un momento mi corazón se encoge de nostalgia. ¿Por qué no? Yo podría volar un día sobre las colinas hacia el mar, hacia Jorge. Meneo la cabeza, es sólo un sueño.

(Mi hermosa Ruanda, pag.28, Editorial Universo)

Disponible en la librería Traficantes de sueños
C/ Duque de Alba, 13
28012 Madrid
Tf. 915320928
Metro Tirso de Molina
http://www.traficantes.net/

Ser parte de la Utopía

Deseo agradecer a todas las personas que compartieron conmigo un momento muy especial, la presentación de mi breve ensayo "Punto de e...