domingo, 30 de agosto de 2015
Un día perfecto, magnífica película.
miércoles, 26 de agosto de 2015
Solo hay personas
No
existen islas. No existen clases, no existen castas. Existen personas que
luchan por sobrevivir en un sistema dotado cada día de más interrelaciones y por
cuyos recursos, aun siendo suficientes para la supervivencia de todas y cada
una de ellas, se compite en vez de compartirse.
La
competencia es feroz y cruel, el que más fuerza tiene gana y acumula bienes más
allá de sus necesidades y aplasta al débil sin piedad, construye vallas, de
alambres de espino u otras invisibles pero no menos segregacionistas; y los más
débiles se desesperan y se dejan morir, o se rebelan y dejan su piel en las
fronteras. No existen islas, no existen clases ni castas, solo personas ante
las que se abren dos opciones: optar por competir hasta la muerte, abandonando toda
dignidad humana, o reconocerse como seres sociales, capaces de compadecerse, de
compartir, de renunciar a tantas cosas innecesarias para que a nadie le falte
lo imprescindible, de asumir el compromiso de colaborar y aportar lo mejor de
cada una al Bien Común. Recursos, los hay. Solo nos falta recuperar lo mejor de
la naturaleza humana. Y para ello, hay que unirse, más allá de los –ismos,
de todas las señas de identidad de grupos (religión, ideología, partidos), para
reconocernos personas.
Como
respondió el pequeño a la pregunta “¿hay extranjeros en tu clase?”: “solo hay
niños”
Somos
personas.
imagen: elpropio.com
martes, 18 de agosto de 2015
Nadie es más que nadie.
Si comprendiésemos que nadie es más que nadie se
solucionarían muchos problemas. Por un lado se terminaría con la arrogancia de
los que desprecian a los otros con un fatuo complejo de superioridad; por otro,
con el resentimiento y la insatisfacción, a veces llena de envidia, de personas
acomplejadas y descontentas consigo mismas. En lugar de estas dos actitudes
erróneas todas las personas deberían desarrollar la humilde sabiduría y la
aceptación gozosa de las propias cualidades y debilidades, y el profundo y
sincero respeto por las de las demás.
Muchas brechas sociales se podrían subsanar con este cambio
de mentalidad, como por ejemplo el enfrentamiento entre intelectuales vs
trabajadores manuales.
Por un lado, entre
muchas personas, que podríamos calificar como intelectuales por su formación y
profesión, existe una soberbia que les hace menospreciar a aquellas que no
pertenecen a su clase. Esta actitud demuestra una profunda ignorancia vital, el
desconocimiento de las infinitas cualidades y capacidades que permiten realizar
tareas absolutamente necesarias para el bien de la comunidad. La inteligencia
abstracta es solo una parte de la asombrosa capacidad humana.
Po otro lado, entre los
trabajadores manuales y artesanos, se da con frecuencia un sentimiento de
resentimiento contra la clase “intelectual”. Por desgracia, no son pocos los
episodios de revancha que se han dado a lo largo de la historia. Llevar gafas o
no tener callos en las manos ha llegado a ser motivo de ser considerado un
enemigo en algunos lamentables casos.
Si realmente entendiésemos que
todas las personas poseen la misma dignidad, que todas son diferentes, valiosas
y necesarias, los complejos de superioridad e inferioridad, igualmente dañinos,
no tendrían cabida. Que cada uno se dedique a aquello para lo que está más
capacitado: eso no es clasismo ni elitismo, es simplemente sentido común, y en
el fondo auténtico respeto por la dignidad de todas las personas sea cual sea
su oficio o profesión. No pretendamos que el zapatero nos opere de apendicitis,
ni que el cirujano se dedique a hacer zapatos. Los necesitamos a los dos, los
dos son valiosos, los dos dignos de todo respeto. Pero, como dice el refrán
popular, “zapatero a tus zapatos”.
imagen: pontepalabras.blogspot.com
lunes, 17 de agosto de 2015
Participando en le bien común
La temporalidad del ejercicio
representativo de la política debería ir unido a su transparencia, su
horizontalidad, el trabajo en equipo y la participación. Si se trabaja con la
ciudadanía y para la ciudadanía, no tiene sentido el secretismo, ni la jerarquía
que otorga el poder de decisión al líder. Se trata de trabajar en equipo,
permitiendo la participación (organizada, por supuesto) de todas las personas
que lo deseen. Equipos coordinados, horizontales, donde el liderazgo sea la
capacidad de abrir caminos a todas las personas que lo componen y poner en valor
sus capacidades sin imponerles el propio valor. La participación de la
ciudadanía requerirá de un largo proceso de pedagogía democrática, pues supone
compromiso social para buscar y ejecutar soluciones a los problemas comunes. Y
sobre todo, habrá que facilitar a la ciudadanía que puedan realizar sus tareas y
seguir con sus vidas del modo más digno posible, pues es principalmente de ese
modo como se contribuye al bien general de la sociedad.
Imagen: tbc2economia_bien_comun
domingo, 16 de agosto de 2015
Elecciones, elecciones, elecciones.
¿Les queda tiempo a los políticos para otra cosa que no sea hablar de sí
mismos y de sus oponentes? A veces nos preguntamos si la política no se ha transformado
en metapolítica, y los políticos en metapolíticos: personas dedicadas a ellos mismos,
a promocionarse, defenderse o denostar a sus oponentes. Oyéndolos, elección
tras elección (europeas, autonómicas, municipales, generales…y vuelta a
empezar, con el añadido de las primarias en cada partido) nos preguntamos: ¿y
nosotras qué? ¿y nuestros problemas?
¿y la gente que realmente los resuelven: los maestros que educan a nuestros
hijos e hijas, los profesionales que se encargan de nuestra salud, los funcionarios,
los técnicos, los artesanos, los obreros, los empresarios, los artistas…la
gente que cada mañana se levanta a su trabajo y por la que el mundo sigue y
seguirá aunque todos los políticos desapareciesen?
Algo hay que hacer, algo no funciona.
Y no me cansaré de repetir que hay personas que se dedican a la política por convicción, profundamente comprometidas con el bien general y con una conciencia social admirable. Estas personas merecen todo nuestro respeto. Pero el sistema necesita mejorar, corregir esta sobresaturación propagandística de las elecciones.
imagen: Promo_slices49.jpg Daniel Vendrell, otros
viernes, 7 de agosto de 2015
Clases y castas, o la riqueza de la diversidad
La mente humana es diseccionadora y
desintegradora, va parcelando la sociedad, y enfrentando cada parcela a la
vecina: enfrentamientos por diferencias en la concepción del mundo, por el
sexo, por la raza o la nacionalidad, por la lengua, por la clase social, por la
casta. El error no está en esta disección sino en que debería ir más lejos para
descubrir la verdadera esencia de la sociedad: cada individuo, único e
irrepetible, sea hombre o mujer, sea cual sea su religión, su raza, su
nacionalidad, su lengua, su clase social, su casta. Para regenerar el sistema
social hay que desmontar este parcelamiento, y desmontarlo no para concebir la
sociedad como un bloque granítico unitario sino más bien para profundizar hasta
llegar a la maravilla de la unicidad de cada persona y la inconmensurable
riqueza de la diversidad.
La dignidad y la grandeza de una persona no
depende de que sea obrero o empresario, intelectual o trabajador manual:
depende de que desarrolle su capacidad sin menosprecio de la capacidad del
otro, que se realice como persona en su actividad y que contribuya al bien
común, y esto es aplicable para todas las personas. No hay que menospreciar
ninguna capacidad, al contrario, hay que estimularla premiando el esfuerzo, el
trabajo y la valía; ni hay que sustraer al bien común la capacidad de cada
persona pueda aportar.
Todas las personas somos diferentes, todas somos
necesarias, los empresarios y los obreros, los intelectuales y los artesanos.
Cada vez que excluimos a alguien porque no es de “los nuestros” perdemos todas.
jueves, 6 de agosto de 2015
Ni “cada uno para sí”, ni “que me lo solucione papá”
Un nuevo sistema social y
político requiere superar desde las estructuras más básicas (asociaciones, municipios)
dos posturas que nos han llevado a una situación global abocada al fracaso: el
“cada uno para sí” (competir, buscar beneficio propio por encima y contra el
beneficio común) en un extremo, y en el otro el “que me lo soluciones todo papá
estado, el alcalde, el presidente; lloro, pataleo, exijo y papá me lo soluciona”
Un sistema alternativo debería
cimentarse en el estricto cumplimiento de los Derechos Humanos Universales (tan
lejos de ser observados), que aunase la libertad del individuo, su unicidad, su
iniciativa y creatividad, y el valor de su esfuerzo por un lado, y por otro
lado la igualdad, la contribución al bien común y la redistribución de los
excedentes.
El cambio real debe ser radical y
comenzar por el individuo; crear el marco necesario para que cada persona
aporte al común según sus capacidades y reciba del común según sus necesidades.
La sociedad debe amparar a los
individuos, de modo especial a los más débiles, y los individuos deben adquirir
la madurez de la auténtica participación: no basta con denunciar o quejarse,
hay que proponer soluciones y sobre todo ejecutarlas. Y esto es tarea de todas.
El Estado, el gobierno, los que
ejercen la política, deben actuar como facilitadores de las acciones de la
ciudadanía y como garantes de la libertad y la justicia social para todas las
personas. Nunca olvidar que los protagonistas no son los políticos (por más que
los medios nos abrumen con sus cara y sus nombres) sino la gente.
imagen: derechoshumanspuno.org
imagen: derechoshumanspuno.org
miércoles, 5 de agosto de 2015
En política, las formas son el fondo
“En política, las formas son el
fondo”, cito lo que he oído más de una vez entre mis compañeros y compañeras de
EQUO. Cada día lo comprendo mejor y estoy más de acuerdo.
Desde los que ejercen el poder
político se pueden señalar objetivos pero el cómo se intentan alcanzar no es
algo accidental, sino que es la misma esencia que define el tipo de política
por el que se opta. Remediar la pobreza, por ejemplo, puede ser un objetivo
compartido por opciones muy distintas incluso opuestas, desde el modelo del
despotismo ilustrado, o los más diversos tipos de dictaduras.
¿Cuál deberían ser esas “formas”
que definen una alternativa real y nueva? Pienso que son las formas que definen
la auténtica democracia: la horizontalidad, la transparencia, la participación,
el respeto a las diferencias. Cultivar estas formas es semejante a preparar la
tierra en la que vamos a plantar nuestros árboles, nuestros proyectos. Todos
acabarán degenerando y dando frutos envenenados si la tierra no se ha renovado.
Las cosas no cambiarán si continuamos haciéndolas de la misma manera.
Pienso que EQUO, este partido
casi desconocido, tiene mucho que aportar, y no solo en su fondo, en su ecologismo,
en su equidad de género, en su política social; también en su
talante profundamente democrático, pionero en nuestro país.
Para Equo, las formas son el fondo.
Por eso, en cualquier confluencia en la que participe, defender la auténtica
democracia en las formas debería ser siempre una línea roja.
martes, 4 de agosto de 2015
Los asesinos
No se podría decir con mayor claridad y sencillez: no hay mayor error que intentar dividir a las personas en buenas y malas, sean los que sean los criterios que se usen. Esta es la raíz de todos los conflictos y la única salida es descubrir que todas somos ambas cosas, y que proponernos eliminar a los otros, los que no son como nosotras, nos convierte de algún modo en asesinos.
A lo largo de la Historia han existido individuos que han llevado este error al extremo, Lósif Stalin, o Adolf Hitler son un buen ejemplo, pero por desgracias no son ni serán los únicos. Los errores se repiten y el empeño por construir una sociedad igualitaria en cuanto a la dignidad de las personas, y al mismo tiempo diversa y respetuosa con las diferencias es una meta siempre por alcanzar.
lunes, 3 de agosto de 2015
El renacimiento y la democracia.
En medio del oscurantismo de la
Edad Media, hubiera sido impensable soñar que a su término el Renacimiento
iba a dar un giro radical a la concepción del mundo y del ser humano.
Y sin embargo fue posible, porque
la mente humana y su capacidad jamás dejará de sorprendernos. Y la historia,
esta sucesión de luces y sombras, nos hace mantener la esperanza.
En el Renacimiento el ser humano
aparece en toda su grandeza: “Homo homini sacra res” (el hombre es algo sagrado
para el hombre) como reza el lema de la Universidad Carlos III de Madrid. Este es el sentimiento que experimenté por las
calles de Madrid, en la plaza del Sol el 15 de mayo de 2011 y en las manifestaciones
que le sucedieron: la grandeza del ser humano, más allá de todas las ideologías
o credos. La democracia podía ser posible, la auténtica, la de todos los
hombres y mujeres del mundo, la de ese ser sagrado que son las personas.
Queda un largo camino, el cambio
debe ser radical, como el paso de una Edad Media a un Renacimiento, el paso de un sistema en el que las personas son recursos para el capital a un sistema donde la dignidad de todas las personas sea la meta a alcanzar. Qué lejos queda este objetivo, nos podemos decir observando las multitudes de refugiados huyendo e intentando saltar los muros y las vallas que se alzan a lo largo de las fronteras aquí y allá. Pero fue
posible. Y es posible.
domingo, 2 de agosto de 2015
Poder y corrupción
El poder y la corrupción van íntimamente ligados.
La corrupción no es únicamente enriquecimiento ilícito y
desproporcionado, es también cualquier abuso de poder y dominación sobre los
otros como efecto de la exaltación del propio ego tan fácil de producirse
cuando se tiene acceso al poder.
Para que en política no se produzca esta fusión de poder-
corrupción es necesario sustituir el concepto y la praxis de poder por el de
representatividad y servicio al Bien Común. De este modo la persona que ejerce
la política actúa como representante de la ciudadanía y para el beneficio
general. Esta nueva perspectiva regeneraría la clase política.
Internarse en el ejercicio de la política es como sumergirse
en el vientre de la bestia. Este ambiente corrosivo acaba corrompiendo y
asimilando a la mayoría o vomitando a quienes se resisten. Solo unas pocas personas
son capaces de mantener su integridad; esas personas son auténticos héroes
merecedoras de toda la gratitud y respeto de los ciudadanos. Afortunadamente
existen personas de esta altura humana en todos los partidos, no son exclusivas
de una ideología concreta, como no es exclusiva de un partido u otro la
corrupción. Estas personas son un referente y un sostén para el resto y extraen
de su propia rectitud la motivación y la fuerza para resistir, pero para que la
regeneración sea posible y se generalice es preciso la creación de mecanismos
potentes de autodefensa contra el efecto corrosivo del ejercicio del poder. La
creación de estos mecanismos debería ser el pilar de la nueva política.
Imagen: Daniel Vendrell Oduber
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